60. AA
Tengo guardados en mi móvil, con dos aes delante, los contactos a los que quiero que avisen si sufro un accidente: mi padre y mi madre. Al abrir la agenda, veo las fotos que les hice y puse junto a sus números. La de él, con su mirada de siempre, tan poco fotogénica como tierna y sincera. La de ella, con una sonrisa forzada y los ojos muy abiertos, su típica expresión ante una cámara. Después la pillé desprevenida y le hice otra en la que se parece mucho más a ella. Sin embargo, me dijo que en esa no se reconocía, que le gustaba más la anterior, que no la cambiase.
Mi padre se fue una madrugada de hace siete años sin hacer ruido, lo habitual en él. Mi madre hace cinco y, aunque se tomaba tiempo para sus cosas, también lo hizo de repente. Desde ese día me acompaña un amargo sentimiento de orfandad. Pero se me pasa en cuanto me dejo atropellar por un coche. Los llaman y enseguida aparecen. Me incorporo entonces sin un rasguño, mientras me recuerdan que, la próxima vez, me asegure de que esté despejado, pues apenas tienen cobertura cuando hay muchas nubes.
Qué tierno, Pablo, hasta parece autobiográfico… Ahora dicen que la AA en la agenda no sirve de mucho, pero como ya voy siendo vintage, así la voy a dejar.
Suerte con tu micro, y enhorabuena por el pase a la final mensual de REC!
Hola, Rosalía. Muchísimas gracias por tu felicitación por lo de REC, estoy muy contento, y por las bellas palabras que dedicas a mi relato. Yo también sigo llevando en el móvil lo de la AA, supongo que por costumbre.
Me dices que parece que tiene algo de autobiográfico, y he de decirte que llevas razón, pues la historia se me ocurrió al buscar un contacto en la agenda del móvil y mirar que aún tengo guardados los números de mis padres, que se marcharon hace unos años. Soy incapaz de borrarlos, creo que me hace sentir que los tengo siempre a mano. De ahí empecé a tirar del hilo y se me fue ocurriendo lo demás. Lo bueno que tiene el escribir es poder fantasear la realidad. ¡Qué bueno sería que pudieran regresar nuestros seres queridos con solo una llamada! Pero bueno, la verdad es mis padres nunca se han ido, porque siempre los tengo muy presentes.
Por último te diré que lo de dejarme atropellar por los coches es pura ficción 😉. Nunca se me ha ocurrido hacerlo, sobre todo los días nublados.
Un besote fuerte.😘
Qué bonito y tierno el relato. La verdad que los padres, aunque crezcas, siempre son un pilar donde apoyarte.
Mucha suerte, me ha encantado.
¡Cuánto me alegra que te guste, Blanca! Llevas razón, los padres siempre son un gran pilar en el que apoyarse. Siempre están cuando los necesitas.
Un beso fuerte y gracias por pasarte por aquí. 😘
Un relato entrañable y tierno, la demostración de cómo a partir de un detalle de nuestra vida cotidiana como tantos otros, en el que no solemos reparar, es posible crear una buena historia capaz de conmover, con la que es difícil no sentirse identificado.
Ver fotos de los padres cuando ya se han marchado provoca sentimientos encontrados: Por un lado el cariño, eso por encima de todo, que aflora al menor detonante; por otro, la tristeza de contemplarles tal cual fueron, como si nada hubiese cambiado, en un momento congelado de su existencia. Los ojos engañan, el cerebro sabe que se trata de un espejismo.
Gran relato, Pablo, le auguro el éxito que tú mereces y que me alegra que te acompañe, como amante de las letras y como persona. No sucede mucho, pero a veces, la vida, sí que sabe hacer justicia.
Un abrazo grande
Mí querido Ángel, como siempre, muchas gracias por estar ahí.
Creo que no se puede explicar mejor cómo nace un relato y el sentimiento que se tiene ante los padres. Yo me paro mucho ante sus fotos y me pongo a pensar en qué estaría pasando por sus cabezas en ese momento, quién estaría al otro lado de la cámara, en dónde se encontraban…, en definitiva, me intento meter dentro de ella a verlos desde su perspectiva. Es un ejercicio de nostalgia acompañado de chispazos mágicos en los que estoy junto a ellos, sintiendo cómo disfrutan. En fin, el que disfruta muchísimo soy yo cuando leo tus palabras, siempre tan cariñosas. Si hay alguien que se merezca aquí todo lo bueno que le pase eres tú, y estoy seguro de que toda la familia Enteciana está de acuerdo conmigo.
Un abrazo fuerte.
Me siento hermanado contigo Pablo. Y seguro que en el cielo no habrá problemas de wifi, a mí me has tocado la fibra con muchos gigas.
Mucha suerte.
Un mega-abrazo.
¡Jo, Juan Manuel, qué bonito lo que dices! Pues aquí tienes un hermano emocionado de leer tu precioso comentarios que te envía mil mega-abrazos, o un giga-abrazo. ☺️
Muchísimas gracias por pasarte por aquí.
Has convertido el deseo de tener siempre con nosotros a nuestros seres queridos en un cuento de puro realismo mágico. Parte de nosotros: nuestras fotos, comentarios en redes, escrituras… se quedan en una nube. Ojalá tuviéramos el poder de hacerlas realidad. Me ha encantado.
¡Vaya, Paloma!, me quedo sin palabras después de leerte. Y muy contento por todo lo que me dices. Me alegra mucho que te haya gustado el relato. Si ha salido bien, seguro que es mérito de los que me lo inspiraron.
Ya que te tengo por aquí, aprovecho para darte la enhorabuena por las maravillosas ilustraciones que aparecen en el magnífico libro de Rafa Olivares, «Mañana me corto la otra pierna». Me parece una obra espectacular y redonda gracias a tus ilustraciones y a sus microrrelatos. Al verlas, me siento muy afortunado por tener una de tus obras, preciosa por cierto, aquí en mi casa.
Un abrazo fuerte. Besote bien grande. 😘
Relatazo, Pablo. Tierno, entrañable y no exento de humor en ese final fantástico.
Apuntado entre los favoritos.
Suerte y abrazo.
Viniendo de ti, Maestro, tus palabras me suenan a música celestial. Muchísimas gracias por pasarte por aquí, Rafa, y dejarme ese comentario tan maravilloso.
Aprovecho también por aquí para darte la enhorabuena por el excelente libro de relatos que has publicado, «Mañana me corto la otra pierna». Una delicia.
Un abrazo.
Genial tu relato. ¡Enhorabuena!