61. Actor de método (Pablo Núñez)
El clima, el trabajo y los días son nuestros asesores de imagen. Los festivos cepillamos algo más nuestras chaquetas raídas, mientras los laborables nos las ponemos tal como salen del ropero. A pesar de todo, sabemos apreciar como el mejor crítico un dobladillo generoso en las faldas de las mozas que pasean su lozanía al llegar la primavera y el verano. La moda de la falda corta la trajo Carmencita, la costurera, después de asistir a unos cursillos en la capital. Ella quería ser modista de alta costura y se enamoró de las hechuras de un actor ambulante que iba a debutar en la gran pantalla. Imaginó entonces un sinfín de posibilidades en las que desplegar su arte y comenzó a diseñar trajes de galanes y aventureros en su mente. Al poco de casarse, a Sebastián le salieron algunos papeles, pero Carmencita no tuvo qué coser. Él nunca le había especificado el género de cine en el que se movía y cuando ella lo supo el anillo de boda ya estaba en su dedo. Aun así, no se la ve triste y, desde que pasaron una de sus películas por el canal local, es la más envidiada de la comarca.
Hay muchos tipos de actores, el «de método» hace referencia al que se mete totalmente en su papel, algo que logra Sebastián y que viene a ser la máxima aspiración de alguien en esta profesión. Además, logra tener éxito y público, poco más se puede pedir El único inconveniente es que Carmencita, tan ilusionada con vestir a su compañero, no va a tener que hacerlo, por el género cinematográfico concreto al que se dedica él, que no requiere, precisamente, más alarde de vestuario que la propia piel.
Un relato original, simpático y muy bien narrado, porque cuenta sin contar y eso hay que saber hacerlo.
Un abrazo y suerte, Pablo
Por una de las cosas que merece la pena escribir es para leer tus comentarios, Ángel.
Me encanta cómo mimas todo lo que escribimos y tu lectura siempre es certera.
Me agrada mucho que digas que te resulta original mi relato, porque por lo general intento buscar eso, aunque muchas veces no consigo que funcione.
Si este te ha gustado, me quedo muy contento.
Mil gracias, amigo Ángel.
Un abrazo.
Me encanta como pasas de explicarnos la humildad en forma de chaqueta raída venida a más un domingo, para llegar a los sueños de Carmencita y como no hay que dar por supuesto nada. Y todo aderezado con una sonrisa guasona. Me gusta mucho, mcuha suerte Pablo.
Yo quiero tener muchas lectoras como tú que me dices lo que yo quiero transmitir después de escribir el relato. Si te he arrancado una sonrisa, además me alegro mucho más.
Este es un relato curioso, que lo empecé con una idea sin saber cómo iba a rematarlo. Luego apareció Carmencita a la que le di varias posibilidades y, al seguir escribiendo, también apareció Sebastián y su tipo de cine que me abrió la posibilidad de rematar el relato con ese punto de guasa que, siempre que no desentone, me gusta meter en mis relatos.
Mil gracias por el comentario y por muchas cosas más, Bea.
Un besazo.
Querido Pablo, me encanta tu relato porque se olvida de encajes y oropeles para zambullirse en la gente y sus problemas. La ropa no tiene sentido sin el alma que la viste…
Además, me encanta (y ha sorprendido mucho) el final inesperado en cuanto al genero cinematográfico dominado por Sebastián, un golpe canalla que pone tu micro en órbita…
Sinceras felicitaciones!!!
Te deseo mucha suerte
Hola, compañero, qué alegría leerte por aquí.
La piel con la que nos vestimos está sujeta al alma y me encanta que lo apuntes. Aquí tenemos un pueblo de gente trabajadora, humilde, con la ropa que se puede permitir y a la que da lustre los festivos, con una mirada inocente. Y una aspirante a modista, con la esperanza de conseguir sus sueños. Hasta aquí esa parte melancólica de mis personajes, que al final son de quien los lee. Después aparece Sebastián para dar ese punto de humor canalla a este relato y a la gente que lo puebla, que merecen que sus vidas estén aderezadas de ese humor que tanta falta hace en este mundo tan extraño al que no termino de entender.
Abrazo, compi, y a calentar la pluma que ya mismo entramos en el terreno de juego.
Un relato que rezuma originalidad. Esa esposa envidiada ha tenido además la suerte de no tener que poner a prueba sus habilidades con la costura al no tener que confeccionar unos patrones muy exclusivos.
Suerte, Pablo.
Buenas, Rafa. Como he dicho antes por ahí, el mayor halago que me podéis hacer es decir que el relato es original y funciona. Es una obsesión que muchas veces me lleva a estropear una historia, pero cuando sale bien, me da mucha alegría que lo apuntéis.
Carmencita va a tener mucho tiempo libre en sus quehaceres diarios, aunque seguro que sabrá aprovecharlo. .
Gracias por pasarte por aquí, maestro Olivares.
Un abrazo fuerte.
Parece que Carmencita va a tener menos trabajo vistiendo a los personajes de su Sebastián que el guionista de sus películas. Al parecer, dotes no le faltan al hombre para la pantalla, y también que trabaja a conciencia las escenas en casa.
Muy buen relato, Paul, con un desarrollo que atrapa en su lectura y que acaba llevándote hasta un final tan simpático como insospechado. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un fuerte abrazo.
Muchísimas gracias, Henry. Me alegra que te haya atrapado. En las películas de Sebastián creo que hay poco presupuesto en vestuario, una pena. ?.
Un abrazo.