613. RELATO CORTO EN EL BOSQUE, de 75 Robles
Una lluvia de hojas amarillas y anaranjadas bailaban lentamente, en armonía, en descenso hacia el mullido mar que cubría el suelo del bosque.
La agradable visión otoñal rodeaba un rostro amoratado. Dos iris azules encastrados en unos ojos enrojecidos, demasiado saltones, como si trataran escaparse de sus órbitas. Unos labios rodeaban la boca abierta, una palpitante lengua y una garganta que no emitía sonido.
De la boca escapó un hilo de saliva, escabulléndose por la barbilla hasta aquellas manos que aferraban su cuello, que lo apretaban con fiereza. Ella no gritaba. Solo boqueaba y arañaba con desesperación los brazos de su asesino.
Tras unos segundos que duraron toda una eternidad, los arañazos cesaron, y los hermosos iris azules se escondieron tras los párpados.
Marcus despertó de un salto, con la respiración agitada. Las sábanas se le pegaban por el sudor que lo bañaba. Su respiración era rápida, fuerte, dolorosa. Se quedó un instante mirando el techo. Se encontraba en una habitación en penumbra… su habitación. Había sido una horrible pesadilla. Trató de recuperar la calma. Y entonces notó el escozor. Encendió la luz y descubrió sus brazos. Los restos de tierra. La sangre seca. Los arañazos.