62. Desembocadura
El león murió feliz en el santuario de animales sin recordar ya la crueldad del domador, cuyo Alzheimer le ha hecho olvidar cómo abandonó a la trapecista embarazada, quien en su vejez ha tenido que olvidar a su única hija, pues esta olvidó a su madre en cuanto huyó a París con el mánager que le había prometido una brillante carrera artística, pero que se olvidó de ella cuando conoció a Malaika, una cantante de jazz con voz temperamental y amplísimo repertorio que, sin embargo, ha olvidado todas las canciones africanas aprendidas de su padre, el anciano que ahora, sentado frente al río, se acuerda con un remordimiento cada vez más lacerante del cachorro de león que en su juventud capturó y cambió a un traficante de animales por un pasaje de tercera para Europa.
Los recuerdos son puro dolor cuando toman forma de remordimiento. Por suerte, está el olvido, pero no siempre funciona. Algunos episodios no correctos se incrustan en la memoria para torturar.
Original relato circular, con múltiples personajes, que demuestran que, por muchos que seamos en este mundo, todo lo que hagamos, o dejemos de hacer, de alguna manera afecta, tiene consecuencias, o deja alguna huella.
Un abrazo y suerte, Ana
Ana, me gusta todo de tu micro: la estructura, los personajes y cómo se van enlazando, el tono, el lenguaje, y el mensaje que encierra sobre cómo a veces es necesario olvidar para no sufrir.
Fantástico.
Un abrazo y suerte.