62. DILEXSIA
Mi médico me diagnosticó una dislexia por estrés pasajera después de acudir a su consulta, preocupado porque no lograba hacerme entender. Así descubrí que frases equivocando todo estaba tiempo el, cunfondía latres anu y atro vez, trostabaca le odren ed las pabarlas, y por qué a veces, is neiugla aíreuq emreel, abatisecen nu ojepse.
Durante la epata más aduga algunos incidentes también afectaron a mi vida privada, como cuando acabé trabajando en un edifico de oficinas distinto al de mi empresa; o las ocasiones que recogí a la salida del colegio a niños que no eran mis hijos; o todas esas noches que terminé acostándome con mi cuñada. En fin, nada que no pudiera solucionar la devolución de una nómina que no me correspondía, unas disculpas a padres más enfadados que intranquilos y una docena de rosas acompañada de un perdón y una cena romántica.
Poco a poco, como me dijo el doctor, los síntomas empezaron a remitir hasta casi desaparecer. Tan solo me han quedado unas secuelas que, más allá de algún equívoco odalsia y la recaída persistente en los hábitos adquiridos con mi cuñada, incluso sin mediar ataques de dislexia, son prácticametne inaperciables.
Hola Rafa, tu micro es más que ingenioso, pero no le acabo de ver la relación con el tema que nos trae aquí esta vez. No lo veo muy avergonzado, a tu protagonista. Igual es que es tarde y me fallan algunas conexiones.
Felices sueños Rafa.
Buenas noches, Mercedes, y gracias por tu visita. Pues efectivamente mi personaje no está nada avergonzado (al menos no lo parece, ni siquiera con un ramo de rosas en la mano), pero es que se ha acogido a la confusión de la propuesta alternativa del mes, y confuso lo está un rato, aunque a veces parece no importarle demasiado, ja, ja.
Un abrazo nada vergonzoso para cuando podamos abrazarnos de verdad.
Vaya confusiones las de tu protagonista y, también, las que nos has hecho pasar entre dislexias y espejos. Me ha hecho gracia que parte de la confusión fuese acostarse con su cuñada. Suena un poquito a… ¿pretendido despiste? No sé si se podrían llamar episodios «sodalsia» con la cuñadita. Me ha divertido todo el texto, mezcla de un interesante juego metaliterario y de mimetismo, bien narrado. Saludos y suerte, Rafa.
Gracias por tu comentario, Rafael (qué nombre tan bonito te pusieron de pequeño). No sé si será despiste de él, o a lo mejor la cuñada piensa que con la dislexia hay que actuar como con los sonámbulos… y es mejor que no se «despierte» cuando está en trance. Ya me enteraré y os cuento.
Saludos de vuelta para ti.
Tu protagonista es consciente de su pequeño trastorno, como también todo el que convive con él, incluidos quienes leemos sus andanzas. A una persona que no está en pleno uso de sus facultades se le debe perdonar todo. Y todo, hasta una enfermedad (siempre que no sea severa y seria, por supuesto), puede llegar a proporcionar experiencias que de otra forma no se habrían conocido.
Curado del todo no está, aunque así lo proclame, lo que ocurre es que ha aprendido a vivir en una leve confusión permanente, se ve que hasta el caos tiene sus ventajas si se saben buscar, sobre todo cuando existe comprensión en el entorno cercano, en especial, en esa cuñada, condescendiente como nadie.
Muy divertida esta historia, Rafa, con el valor añadido de poder leerse del derecho y del revés.
Un abrazo y suerte
Tú lo has dicho, Ángel, hasta el caos tiene sus ventajas, y ya puestos, ¿por qué no aprovecharlas? Todo sea por lograr una cura, si fuese posible… y si no, pues que lo siga intentando, que ayuda parece que no le va a faltar.
Muchas gracias, como siempre, por tu dedicación, Ángel, y más abrazos de vuelta para ti.