63. Tengo la cabeza llena de monstruos (Anna López Artiaga / Relatos de arena)
Solo yo puedo verlos, merodeando en mis sueños o corriendo de puntillas por el pasillo.
A los gigantes los oigo llegar desde lejos: el suelo retumba a cada paso y, aunque sus zancadas son enormes, me da tiempo a subirme a un árbol para que no me aplasten sin querer. Los duendes trabajan sin descanso mientras yo duermo: limpian la casa, preparan el desayuno, lavan mi ropa. Pero las hadas solo piensan en jugar. Abro el cajón de la mesilla y sale una volando Si busco un bolígrafo, oigo sus risitas burlonas (seguro que me lo han robado ellas). Las brujas, en cambio, son honestas. Malvadas, pero honestas. Si haces un trato con ellas, sabes que lo cumplirán. Quizás tendrás que engordar a tu propio hermano para que se lo coman pero, a cambio, obtendrás la fama que deseas.
Sin embargo, desde que te conocí, todo ha cambiado. No como, no duermo, no vivo. Eres la criatura más maravillosa que jamás imaginé y, cuando me miras, siento que debería confesártelo todo: tengo la cabeza llena de monstruos, de magia. Pero, por ti, cambiaré. Buscaré otro oficio.
Y dejaré de escribir estos cuentos que lees cuando crees que no te miro.
Anna, que locura tan fenomenal y que mundo tan mágido donde moverse; y bien contado. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. La locura del escritor y la locura del amor, juntas.
Un abrazo muy muy grande.
Hola, Anna.
Texto coral el tuyo. Vas enumerando todos los seres prodigiosos, con esa prosa certera tan tuya: gigantes, duendes, hadas, brujas, que solo tú eres capaz de contemplar (absolutismo mágico). Y ese «sin embargo» propicia el cambio del cuento: aparece todopoderoso el inefable duende del amor, tan repentino como trastornador de habitualidades. Pero, cuidado, se pliega, disimulando, a ese pasado fabulador fantástico tuyo al que pareces renunciar de mentira. Si tú no escribes se secaría la tinta, se hundirían los teclados.
A una fiesta del Amor si me apunto, aunque coincida con la Navidad. contigo, con Juan, mi gran dilecto, con todos los entecianos. Mi más muy enhorabuena. Y un beso.
Muchísimas gracias, Martín, por este comentario tan generoso.
Lo cierto es que has dado en el clavo, o en la clave del relato: si dejo de escribir, el ser amado dejará de leer y… se romperá el hechizo.
¿Y el amor?
Ah, ¿quien sabe? Pero seguro que no será lo mismo. Así que mejor no traicionar la propia esencia.
Un abrazo,
Pues es fácil: si él lee a escondidas, que la prota de tu relato siga escribiendo a escondidas, ¿no?
Pues eso, que el amor mola, pero el amor sin literatura… pfff, que quieres que te diga. Enhorabuena y suerte, Anna.
Muchas gracias, Alberto,
estoy contigo en que no compensa abandonar la literatura por amor. Pero la duda de ella viene de muy adentro y es comprensible (creo yo): quisiera poder compartirlo todo con esa persona, pero ¿qué ocurriría si supiese los monstruos que habitan en su interior?
¡Ay! Qué difícil es esto de la sinceridad, ¿no crees?
Abrazos
Hola, Anna!!!
Me ha encantado tu relato. Y además tiene fácil solución el dilema del/la protagonista: ¡no debe dejar de escribir!, pues su amado/amada lee a escondidas sus cuentos, le gustan.
Una historia tierna, emocionante, creativa y muy bien escrita.
Felicidades y un fuerte abrazo.
Ay, Amparo, es que esto es un «sinvivir». Así, tú le recomiendas que siga escribiendo y que no le cuente nunca lo de las hadas, ni lo de los gigantes…
Bueno, no es mala solución, pero… yo creo que cuando vea lo ordenadita que está la casa, por lo menos lo de los duendes se lo va a tener que confesar.
Muchas gracias por tus consejos (comentarios) 😉
Un abrazo,
Pues dile de mi parte a tu protagonista que se lo piense dos veces, que el amor pasa y la literatura es eterna; además, si vacía de monstruos maravillosos su cabeza, igual se le esfuma el encanto que encandila a su pareja.
Eso es lo que me temo, Edita: creo que, en el fondo, solo está a su lado para leer a hurtadillas sus cuentos.
Muchas gracias por pasarte a comentar. Un abrazo,
Con comentarios como el tuyo, ¿cómo me voy a retirar, querido J u a n?
Pero, ¿a quien no le ha ocurrido, alguna vez, pensar: «si tú supieras los monstruos que me habitan…»? Igual salías corriendo, jajaja
Muchas gracias por tu lectura y por esa referencia musical, como siempre, tan acertada.
Besooosss
Y Feliz Navidad para ti también.
Qué tendrá el amor, que es capaz de hacer olvidar otra pasión no menos fuerte, la de la escritura. Tu protagonista ve claro que lo dejaría todo por el ser amado, pero teme que si descubre lo que hay en su cabeza y en su casa llegue el abandono. Como dicen los psicólogos, pedagogos, sexólogos y todo lo que termine en «gos», lo mejor es siempre la sinceridad. Debería de confesarle cómo es su vida en detalle. Si tanto le gusta lo que escribe, con esos personajes que forman parte de él, ella (a mí me parece que es ella la que lee y él quien redacta, aunque podría ser al revés) acabará por aceptar a brujas, duendes, gigantes, y hasta a los suegros.
Un título ingenioso para un relato original.
Un abrazo y suerte, Anna
Muchas gracias, Ángel, por tu detallado análisis. Me alegra especialmente que dudes del género del/la escritor/a, porque es un efecto buscado. He querido jugar con vosotros a no detallar el género para ver si, inconscientemente trascendía algo o sí erais vosotros los que le asignabais un género (el que fuera). Hasta ahora, los comentarios se habían dividido entre los que pensaban que era escritor y los que creían que era escritora (e incluso, lo personalizaban en mí). Pero lo cierto es… que no queda definido y tú eres el primero que lo comenta y da una opinión (tan válida como la contraria).
Muchas gracias y mucha suerte para ti también.
Un abrazo,
Tu protagonista no será la misma sin los monstruos que habitan su cabeza. La soledad del escritor es algo que sin duda puede afectarnos a todos. Pero no seriamos nosotros mismos sin escribir. Ojalá que tu protagonista se de cuenta de eso. ¡Mucha suerte!
Muchas gracias, Patricia. Nuestros monstruos forman parte de nuestra esencia, tienes razón.
Muchas gracias y buena suerte para ti también.
Un abrazo
Me gusta el relato y estoy con lo todo lo que te han dicho, pero… voy a usupar un momentito el rol de esas brujas honestas a la par que malvadas. Creo que hay algún posible «error» de puntuación; por ejemplo, tras «volando» falta el punto (o la coma) y, para mí, «chirrían» las rimas «quizás, tendrás, obtendrás» en la misma frase. En otras cosillas tengo más dudas, porque no tengo demasiada idea de normas ortográficas ni de otros tipos que ni sabría citar, pero fijándome en su «sonoridad», por denominarlo de algun modo, creo que sería así la siguiente enumeración: «limpian la casa, preparan el desayuno Y lavan mi ropa» o «lavan mi ropa…» Bueno, Anna, espero no haberme convertido en un ente demoníaco a tus ojos. No me hagas caso. Suerte y un saludo.
Muchas gracias, Jesús. Estos son los comentarios que me gustan: obligan a revisar (otra vez) lo escrito y siempre aprendo algo.
La rima era buscada: como imitando un hechizo; pero, al leerla de nuevo, probablemente resulta excesiva (¿Podría quitar el «quizás» inicial? ¿No?, bueno, no pasa nada. Esperemos que el jurado no hile tan fino).
La enumeración de tareas que realizan los duendes: no es una lista cerrada y por eso no lleva la conjunción antes del último elemento. Podría haber acabado con los puntos suspensivos, o con un etc, pero también es correcto acabar simplemente con un punto (como recurso expresivo). He tenido que consultarlo (no te creas que yo estas cosas las domino, más allá de un uso puramente intuitivo), pero siempre está bien asegurarse y repasar los usos de la coma (jajaja).
Muchas gracias, Jesús. Puedes ejercer de brujo honesto y malévolo cuando quieras 😉
Buena suerte para ti también y un abrazo.
Y me falta un punto después de volando. Tienes razón. Los duendes del word, o las hadas (que eran las bromistas) me han jugado una mala pasada.
Abrazo, de nuevo.
De entre todos los seres mágicos que conviven en la mente del escritor uno de ellos se ha impuesto con fuerza, el amor.
Escribir para leerle a la persona amada es la cima de la magia: literatura y amor.
Qué bello relato, Anna.
Suerte y un beso.
Muchas gracias, Carmen. El amor por la literatura los ha unido, que no los separen unos duendes.
Suerte para ti y tu Pegaso. Un abrazo.
No, seguro que le gustan tus cuentos y te pide más. No cambies de oficio, porfa.
Jajajaja. Que no, que no, tranquila.
Muchas gracias y suerte para ti también. Un abrazo
Lo de no volver a escribir es una inocentada. Muy buen relato Anna, esos seres extraordinarios son la vida.
Un cálido abrazo invernal.
Me has pillado, María (jajaja).
Esos seres mágicos tampoco me iban a dejar tranquila si los abandonase.
Un abrazo de los que abrigan 😉
Qué duro es el oficio de escritor, sin duda como otros muchos. Es cierto que es difícil encontrar el equilibrio escribir-familia. No se puede vivir en dos mundos. Suerte.
Gracias, Javier,
tener todo s esos seres correteando por la cabeza tampoco es fácil. Hay que dejarlos salir y que vivan sus historias 😉
Un abrazo y suerte para ti también.
Me quedo con todos los monstruos de tu cabeza, me quedo incluso con ese pacto que se puede hacer con las brujas honestas, me quedo con esas dudas entre vida y literatura, me quedo sobre todo con la solución que dejas ver entre líneas, y me quedo con tu magnífico relato.
Saludos y mucha suerte.
Muchas gracias, Rafa,
pero no te quedes con mis monstruos que luego no sé sobre qué escribir.
Un abrazo y suerte para ti también
¡Ni se te ocurra Anna! No vayas a dejar nunca de escribir. Al pensar que podrías ser la protagonista me has asustado, pero no, ese no sería un buen final, porque dónde quedaría la magia si se destruye por amor y dónde quedaría el amor si por él se acaba la magia. Creo que lo más sensato es continuar como si nada, y si en algún momento hay que decir la verdad, pues se dice, así, sobre la marcha, se sueltan todos los duendes, gigantes y hadas y que sean ellos los que arreglen las cosas.
Muy bonito relato y sobre todo da mucho juego, como escrito por un hada. Un abrazo.
Es muy bonito y fantasioso tu micro Anna. Me ha gustado mucho.
Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
No es tan fácil, cuando se te ha metido este veneno en el cuerpo… puedes escribir menos, dejarlo un tiempo, prometer que lo vas a intentar con todas tus fuerzas, pero sabes que, tarde o temprano, cada monstruo reclamará su historia y no tendrás más remedio que ofrecérsela. Me parece muy interesante el duelo que planteas entre el amor y la escritura y en el que, supongo, la mayoría nos hemos visto alguna vez obligados a batirnos.
Mucha suerte Anna!!1
Bsssss!!!!
Dulce y Precioso, pre cio so.
Espero que tu protagonista no deje de escribir sobre sus monstruos.
FELIZ AÑO 2018.