633. RAYO DE LUNA SOBRE FONDO VERDE, de Madreselva 2
Desde el claro, un farallón de abetos lo detiene, tantas son las leyendas que corren sobre el Bosque Prohibido, tantas almas perdidas en el laberinto azul de sus recuerdos.
Pero para ser caballero debe atravesarlo, llegar a la laguna, escuchar el silbido de las ninfas, resistirse a su olor de loto y madreselva, abatir el dragón que le corroe.
La noche lo sorprende. Envuelto en las tinieblas, el brazo preparado a vencer contratiempos, el caballero avanza. Las luciérnagas, inmóviles, lo conducen a un manantial oculto entre la hiedra. Allí, a la luz de la luna, blanca y traslúcida, una doncella espera. Sentada en una roca, en la margen desnuda de hojarasca, le indica el camino a lo profundo. Su mirada verdosa lo hipnotiza, lo llama con voz irresistible. «Ven conmigo».
Es grande su hermosura. Es excesiva. Es casi dolorosa.
El caballero se despoja de armadura y broquel, de capa y escarcelas; se entrega al frío de su mano, a la verde mirada que lo roza en un beso inmortal. «Ven conmigo».
Navega el caballero en la mañana, los brazos extendidos hacia un cielo de árboles, mudas su voz, su espada y su rodela.