64. EN EL AMOR Y EN LA GUERRA (Rafa Heredero)
CAZA
El jeep se ha detenido tras cruzar el puente del desfiladero que vigilamos. Sus cuatro ocupantes descienden del vehículo y consultan el GPS al desplegar un mapa. Quizá no haya otra oportunidad como esta. Desde que empezó la guerra no hemos tenido ocasión de disparar ni un solo tiro. El silencio de mis hombres me pide una respuesta. Asiento. Al instante, tres de los soldados caen abatidos.
TROFEO
El cuarto miembro del grupo está en nuestro cuartel, frente a nosotros. Todos quieren ver cómo es y le ordeno en su idioma que se desnude, con un tono de amenaza que no necesita ninguna explicación. Cierra los ojos. Se quita hasta la última prenda. Tiene el cabello dorado y la piel más blanca que haya visto nunca. Le digo que ponga las manos sobre la cabeza, que se dé la vuelta, despacio, y celebramos la exhibición entre risas, gritos obscenos y sus lágrimas de rabia e impotencia.
PRESA
Por mi jerarquía voy a ser el primero en disfrutar de su piel. Desde la habitación que hemos preparado oigo a los demás establecer los turnos diarios. Confío en que logren una buena organización. La guerra, bendita guerra, puede ser muy larga.
Impacta, lastima, desgarra…
Gracias, Edita. Muy expresivo tu comentario.
Saludos.
Muy duro, describes muy bien una atrocidad más de las que conlleva la guerra.
Fuerte abrazo.
A pesar de lo que podamos imaginar, seguro que la realidad de la guerra supera cualquier ficción. Gracias por tu comentario, Yolanda.
Saludos.
Hola, Rafa.
Parece un corto con tres escenas que definen TODO: el desastre de esas «benditas» guerras.
Felicidades.
Un abrazo.
La guerra es un desastre por si misma. El título, ese todo vale, está relacionado con esas «benditas guerras»: parece que la guerra saca lo peor de nosotros, pero si además te sientes a gusto con esa naturaleza, todo estará perdido. Gracias por el comentario, Towanda.
Saludos.
Me gusta mucho la estructura de este micro. Los títulos de los tres párrafos reflejan perfectamente sus contenidos, y además alteran lo que entiendo como el orden normal de una cacería: primero encuentras la presa, luego la cazas y entonces consigues el trofeo. Quiero entender que porque las atrocidades de una guerra también trastocan el supuesto orden natural del mundo. Muy certero. Besos y suerte.
Gracias, Ana. Quería reflejar algunas de las atrocidades de la guerra como si fueran destellos, y por eso elegí esta estructura. Es cierto que la guerra trastoca el orden natural de todo. Buscaba términos relacionados con la caza para utilizarlos como subtítulos, y el último, el de la presa «de caza» me costó mucho encontrarlo (ahora me parece increíble, con lo evidente que me resulta), para resaltar el doble sentido del término. Tu idea me ha gustado mucho. Gracias por tu comentario.
Saludos.
Tu relato es un cañón. Brutal y destructivo, como el lado oscuro del ser humano. Lo has retratado con real maestría.
Te deseo lo mejor.
El lado oscuro del ser humano… cuánto se podría contar de eso, desgraciadamente. Tu comentario me ha sacudido (agradablemente). Gracias por tus deseos y por pasarte por aquí, María Jesús.
Saludos.
Un original planeamiento de un relato durísimo.Las atrocidades que se cometen en la guerra no tienen justificación alguna, empezando por la guerra misma. Y es tremendo reconocer lo que es capaz de hacer el ser (in)humano. Aunque duele, está muy bien contado.Un abrazo.
Gracias por tus palabras, María José. El relato es duro, pero lo que he leído sobre las atrocidades de la guerra, y que me ha servido de inspiración, hace que se quede corto. Parece mentira que lo sepamos, que la guerra nos vuelve inhumanos, pero nos da igual, ahí siguen llenando las noticias de los periódicos.
Saludos.
Rafa, me ha gustado muchísimo este relato. La estructura en tres partes me parece un acierto y, desde luego, a mí me ha llegado como un puñetazo en el estómago. Una apuesta de cinco estrellas, enhorabuena.
Gracias por tu comentario, Belén. Has descrito gráficamente lo que quería que se sintiese al leerlo. Así me sentí cuando leí las noticias de las guerras en la que me basé para escribirlo.
Saludos.
Rafa, cuando se vive en paz, el horror que con tanta maestría describes, parece imposible, cuando se vive en medio de la guerra solapada, como la nuestra, la miseria y la crueldad humanas salen a la vista día a día y haciéndonos sentir vergüenza de nuestra humanidad… Felicidades por este excelente texto que es una certera denuncia. Un abrazo!
Parece mentira cómo transforman las guerras a los seres humanos, pero creo que lo peor es que algunos descubran que así se sienten mejor, que bendigan la guerra, y que poder destapar impunemente su lado oscuro sea su verdadera nauraleza. Gracias por tu comentario, María.
Saludos.
Creo que la manera de repartir el micro en tres actos le da un impacto mayor a la acción. Tres secuencias de un todo que es el sinsentido y lo inhumano de las guerras, sobre todo cuando llegan a ese punto de irracionalidad, definitivamente no todo vale en el amor y en la guerra.
En definitiva muy buen relato, felicidades.
Podían haber sido más actos, además de los asesinatos, la humillación y las violaciones. La irracionalidad de las guerras da para mucho más, desgraciadamente. Gracias por tu comentario, Asun.
Saludos.
Impacto muy bien conseguido, directo a las entrañas. Felicidades por la estructura que ayuda a contar una verdad sin disfrazar
Gracias por tu comentario, Reyes. En este relato quise ser lo más directo posible, aunque la realidad supera la ficción, y eso que solo conocemos lo que nos llega a través de las noticias.
Saludos.
Perdona que te lo diga así de claro: ¡¡¡que revuelto de estómago me ha dado tu micro!!!
Te agradezco (que acierto) haberlo troceado en tres, pero aún así…bufffff…que dolor de tripas para digerirlo.
P.D.:Dentro de todo este mal cuerpo van mis felicitaciones.
Siento lo de tu desayuno, Reve Llyn, pero también me alegro por haber conseguido provocar una reacción como esta, aunque sea así de dura. Gracias por el comentario.
Saludos.
Original e impactante. Todos los horrores imaginables y algunos más son posibles en una guerra. Lo has descrito magníficamente llegando directamente a la llaga. Un abrazo
Gracias por tu comentario, Esther. Así parece, en una guerra la impunidad hace que cualquier horror sea posible.
Saludos.
Tres escenas y reflejas en cada una de ellas la crueldad de la guerra. ya no solo basta matar casi por diversión, sino que además se desea la pieza para degradarla con insultos, para disfrutar de su vergüenza y rematarla con el gozo sucio e inhumano de su pobre cuerpo.
Esos turnos diarios me duelen, esa impiedad me revuelve…
Muy buena apuesta, muy buen relato, has conseguido que sintamos esta atrocidad que tan bien has narrado.
un abrazo.
Gracias por tus palabras, Mª Belén. Me alegra haber podido transmitir esa sensación que cuentas, aunque duela.
Saludos.
Un relato de muchos quilates. Estructurado en flashes pero sin dejar de desgarrar en ningún momento la conciencia del lector. Esa «bendita» que le has antepuesto a «guerra» cuenta tanto y marca tanto el acento que domina el relato que me parece un cierre estupendo. Enhorabuena. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias por tus palabras, Juan Antonio, y por los quilates de tu comentario.
Saludos.
Muy bueno, y el final me ha sorpendido. Pero no es nada raro, el ser humano es capaz de muchas cosas horribles. Pero te se ha olvidado el cañon. Suerte.
Abracísimos.
Gracias por el comentario, Barlon. Sé que eres exigente, y si te ha gustado, estupendo. Y no te creas, no se me ha olvidado el cañón, aunque está muy escondido; ya que servía cualquier tipo, me he decantado por las gargantas profundas o desfiladeros, pero si no vale, da igual. El caso era participar.
Saludos.
Cierto, Rafa, no sé si es un maldición o lo contrario, pero soy exigente, y conmigo más. Me sale del alma. Y me cuesta callarme. Y no hago amigos, pero es lo que hay.
Es verdad, no lo había visto, está ahí, aunque un poquito de refilón. No pasa ná, si valer valen todos. Solo es una palabra de inspiración. Y sí, es bueno. De primeras me decolocó esa división que has hecho, pero has deshumanizado muy bien la historia. Con suavidad, sin estridencias, has descarnado muy bien a los hombres, y ese amor por la guerra que llevan dentro. Y esas bajas pasiones y ese animal fiero que intentamos esconder en una jaula. Somos destrucción y cada dos por tres sale a la luz.
Saludísimos y abracísimos.
Magnífico relato. Seguro de los ganadores.
Abrazos.