647. EL BOSQUE DE LA LAGUNA, de Conejo
Hoy he decidido dar un paseo por el Bosque de la Laguna. Mientras caminaba por entre sus majestuosos árboles, una sensación de paz abrazaba mi alma. El viento otoñal traía buenas noticias. Era cálido, acariciaba mi rostro y revoloteaba mis cabellos. Las ramas bailaban en una coreografía muda, siempre igual.
Las hojas volaban de sus cunas para jugar con las demás. Observé que el suelo verde, hoy estaba vestido de marrón con muchos tonos. El cantar de los pájaros y el corretear de las ardillas. Todo ocurría en total harmonía.
Me senté bajo un hermoso árbol, reclinado sobre el río. Sus hojas llegaban a tocar el agua cuando, al soplar el viento, sus ramas balanceaban de acá para allá.
Allí estuve pensando el lo solemne poder de la creación. Los detalles y mecanismo de sus engranajes. En fin su total perfección. No me percaté de que el tiempo pasaba y ya en la tarde, el sol reflejaba su luz en las aguas, dándoles un color amarillo dorado. Otra vez la sensación de alegría me invadió. Tal belleza fotografiada en mi memoria, los olores y sonidos grabados en mi mente. Era todo tan puro que podría decirse que es casi celestial.