65. UN EXTRAÑO EN LA NOCHE (Sergi Cambrils)
La calle Mar albergaba olas que ahogaban a los inoportunos. Incluso la madrugada que un joven apuesto, vestido con un impecable traje de alpaca negro y un sombrero de alas, llamó repetidamente al interfono de Carolina la pescadera. Tenía un aire desenvuelto y sofisticado y, a simple vista, no parecía de los que armaban jaleo; aunque aquel insistente e intempestivo repiqueteo podía alarmar a cualquiera. Ella contestó por el telefonillo con la voz entrecortada: «¿Quién es? ¿Qué pasa?», exclamó. Se despertó sobresaltada, azorada, no eran horas. La cálida luz de una farola próxima dibujaba la esbelta figura de aquel singular Romeo capaz de todo por sorprenderla. Entonces, su voz almibarada conectó con la noche y, acercándose a la rejilla del portero automático, entró en éxtasis para cantarle, a su manera, una balada llena de bellas intenciones. Yo espiaba desde mi ventana, consumida por la envidia y sin poder frenar la emoción que ascendía por mi espalda. Carolina, en cambio, incapaz de sentir el tiempo detenido al borde de la madrugada, no tardó en asomarse a la ventana con un barreño de lluvia que precipitó inclemente sobre aquella magnífica voz que acompañaba las primeras luces del alba.
Si no hay nada que hacer, dios le da pan a quien no tiene dientes…
Bonita historia, una escena muy bien trazada . ¡Suerte!
Un relato lleno de fina comicidad, narrado como el autor sabe hacerlo, en el que destacaría el enlace del principio, con esa calle Mar que ahoga a los inoportunos, con esa ola final proveniente de un barreño que empapa al pobre protagonista.
Ya sólo queda desear a ese trovador nocturno, antes de que se resfríe y se quede afónico, que tenga el acierto de pulsar el botón correcto en el portero automático, donde su arte y sus sentimientos encontrarán mejor acogida.
Muy bueno, Sergi. Suerte y un abrazo
Como dice Ángel: La calle «Mar que ahoga a los inoportunos», muy bueno y sutil.
Un abrazo y suerte.
Supongo que cantar a través de un telefonillo no es la mejor manera para derretir a la dama, pero ya se arrepentirá Carolina de no haberle dejado subir a su balcón. Qué bien lo has relatado, amigo Sergi, eres un figura. Mucha suerte.
Un relato con un toque poético. Una presentación en escena de tu protagonista y del ambiente que le rodea que hace que te imagines estar en ella. Agua en todas sus vertientes. Fantástica historia contada de manera inteligente y con un toque divertido. Quizás después del chaparrón buscará otro timbre al que llamar y ella volverá a tener esa sensación le recorre la espalda y olvide su envidia para dejarse cantar en el portero o a su oído.
Un abrazo enorme Sergi. Siempre acertado.
Entiendo a Carolina: a esas horas intempestivas, ¿quién quiere hablar de romanticismo?, y aún más, ¿quién quiere hablar?
Muy bien contado, Sergi.
Un saludo
Una historia que resulta más divertida que romántica. Pobre Carolina que la despiertan a esas horas para cantarla por el telefonillo.
Un abrazo
Jajajaja Sergi…si es que hay quién no se merece flores. Tiestos tampoco ¡eh!
Muy bueno, un saludo.
Me ha gustado mucho Sergi, esa dualidad que nos cuentas y que podría coronarse con un montón de refranes, y es que no está hecha la miel para la boca del asno, que dirían algunos, o se hace pesado el muerto cuando sienten que lo cargan, que pensarán otros. Mucha suerte 🙂