659. EL ORIGEN, de Conejitu Hemozo
Hace muchas nubes atrás, la diosa de las tormentas se enfureció al ver nacer a Paraíso, la parcela más tranquila y preciosa del cielo.
Envidiosa, rabió su fastidio, creando la tempestad más destructiva que pudo. Pero paradójicamente, los árboles y las pocas flores que quedaron en pie crecieron con más fuerzas, las aves cantaron bajo el inmenso arco iris, y los arroyos cautelosos se volvieron más profundos y cristalinos.
Como no estaba dispuesta a compartir el centro de atención, la divinidad se preparó para dar el último golpe. Los ángeles, al enterarse de esto, tomaron una drástica decisión: arrancarle el corazón al Edén y llevarlo muy lejos, para conservarlo puro, bello y seguro. Así fue como llegó a latir aquí en la Tierra, un mágico trozo de Paraíso.
Allí arriba cuando las oye bramar, el Sol abraza a las tormentas para evaporarlas. Cuando no lo logra, aquí, a tantos kilómetros de distancia, ese enojo llega en forma de dulces y suaves gotas, que reverdecen aún más el encanto del lugar.
Dicen que ese fragmento se esconde en Cantabria y que ya no corre peligro: el Ángel Juan cumple a la perfección su tarea de resguardo.