66. Como ayer
Hace tres meses que su padre murió, y recién ahora ha conseguido reunir fuerzas para volver a la que por casi treinta años también fuera su casa. Tras abrir de par en par las ventanas del living y del comedor, se queda de pie en el umbral de la cocina. Sobre la mesa parece aguardarlo la vetusta radio de su padre. Al arrimarse a ella, le crece el recuerdo de su viejo tomando mate y canturreando los tangos que, todas las mañanas, escuchaba religiosamente por Radio Splendid; mientras él, apenas un purrete, lo acompañaba tomando la leche. Entonces enciende la radio. Y los acordes de «La cumparsita», el tango preferido de su padre, colman, como ayer, cada rincón de la cocina. Poco importa que el cable de la radio esté desconectado.
Un final que puede leerse como adscrito al más puro realismo mágico, con esa radio que funciona con la energía de la añoranza. Un relato costumbrista y evocador en el que el receptor aglutina buenos momentos del pasado que siguen vivos.
Suerte y un saludo
Entre la nostalgia de los recuerdos ese final sorprendente y acertado.
Enhorabuena, Gabriel. Me ha encantado.
Suerte.
Máxima relevancia a los recuerdos de antaño que, en contra del paso del tiempo, siempre perduran en nuestro cerebro y en nuestro corazón.
Mucha suerte,
Ton.
Gabriel, nostalgia, sentimientos, fantasia, realidad; cuanto nos proporciona la radio. Bien ambientadas las escenas familiares. Suerte y saludos
Ángel, Rafa, Ton y Calamanda, gracias por vuestros comentarios; y por la suerte, aunque en realidad, si no me equivoco, me toca ser jurado (de ser así, la guardo para otra ocasión, que nunca sobra 😉
Saludos cordiales
Genial, En tu línea de alto nivel y un gran contar. Abrazos
Fantástico, el principio y el final.
Un saludo, Gabriel.
Nostálgico relato de las querencias idas, aunque siempre presente.
Felicidades y buen tiempo.