66.Viaje al principio
Vivimos encerrados en un coche deportivo. Lo robamos en un concesionario de las afueras, una oportunidad que no podíamos menospreciar. Eva tiene buena mano para las raterías y yo me dejo llevar. Conecté la llave y sentí un ruido en la caja de cambios. Metí primera y me percaté de que ella se arrimaba con pasión juvenil. En la sexta marcha, hicimos el amor en el asiento de atrás. Encendí la luz interior: se hizo de noche. Actualicé el panel de control y cruzó un ferrocarril a vapor; al rato, pasó una columna de cruzados; poco después, desfilaba una guardia pretoriana. Encendidas las luces de cruce, la niebla brotaba de templos en ruinas y de las lenguas de las iguanas. Al girar el volante, evitábamos charcos y peñascos, pero todo se volvió invierno, como si el eje de la Tierra se hubiese alterado. Hemos abierto el aire acondicionado y ha comenzado a diluviar. Pensamos salir del coche, pero tememos abandonarlo. Nos espanta que, apagado el motor y abiertas las puertas, se multipliquen las revoluciones. Menos mal que no se agotan las opciones: Eva ha descubierto la entrada a un vergel en el maletero e insiste en que debemos entrar.