66626. HABERLAS HAYLAS, de Mª Elena Sánchez
Aquelarres y conjuros, presagiaban la desgracia.
La madrugada de difuntos, disfrazada de deseos ocultos, dispuestos al desenfreno, se apoderó de los habitantes de la aldea. Todos acordaron dar muerte a la raposa.
Enmascarados y ahogados por el orujo, corrieron tras la bestia, adentrándose en el bosque. Piedras y palos golpearon el cuerpo del animal, que yacía ensangrentado exhalando sus últimos suspiros.
La raposa, como la madre que la gestó, fueron víctimas de las supersticiones.
Cuentan, que el canalla que la forzó, la obligó a beber. El brebaje equivocó los efectos. Siete meses, hasta el día del alumbramiento. Catarina murió y el engendro vio la luz.
Muy bueno. Montesinos? Jesús Alfonso Redondo Lavin?
Esto de la raposa y el orujo me suena a Cantabria.
Muy buen clima. Me recuerda a una canción de La Humera, otro día la busco, tenía un estribillo así: «…dándole piedras y palos…». Folclore cántabro.
Me suena a Jesús.