66633. ÚLTIMA VEZ, de Yolanda Nava
Al ver la bestia que reflejaba el espejo sintió una punzada de pánico, aunque la confusión duró solo un instante, otro desoír las alarmas que le lanzaban sus últimos restos de cordura y sensatez. Era la hora. El odio había soltado las cadenas de sus demonios y no había vuelta atrás. Amparada por la oscuridad lo observó salir tambaleándose del club. Hoy no iba a escucharlo decir que tuvo otra reunión interminable, que no pudo llamarla, que la compensaría. Empuñó la pistola que llevaba en el bolso, se cercioró de que estaba cargada y avanzó a paso firme hacia el aparcamiento, su marido ajeno a todo introducía la llave en la cerradura del coche por última vez.
Hombre, yo creo que hay otras opciones menos radicales. Hay que ver lo que da de sí esto de la bestia.