66638. EL BEBÉ DE LUZBEL, de Patricia Mejías
Apenas se despierta en su cunita, despuntan la aureola y las alas; también esas zarpas que me ocasionaron desgarros en su descenso sangriento por el canal uterino. Y en la superficie de sus ojos abiertos orbita el número de la bestia: 999, 666…, como en una sopa de letras. Solo yo puedo ver las señales; el médico dice que son alucinaciones, y la solución, las pastillas. Pero hoy no las tomé. Le oprimo la carita con la almohada. Saca las garras. Después de un rato de lucha, una pluma reposa estática en su nariz.
La sentencia fue benigna. En el siquiátrico me reciben como una heroína: las otras infanticidas saben que salvé al Infierno de un arcángel de luz.
Un relato sencillo y directo que recuerda tanto a «La semilla del diablo», de Polanski, que el parecido no puede ser sino deliberado… para sorprendernos con ese giro final realmente original. Estupendo.
Eduardo, lo captaste de inmediato. Solo que yo conocía esa película por «El bebé de Rosemery», y lo utilice para impregnar el micro de esa atmósfera tan conocida por muchos. Gracias por pasarte a comentar.
Vete a saber, igual salvó al mundo de otro paranoico.
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Sencillo y voraz.
El giro final es bueno, pero debes pulir un poco las palabras. No me gusta el recurso de aludir a los números de la bestia.
Notable relato.
Felicidades.
Hismael