66658. LA RENDICIÓN, de Miguelángel Flores
Al verla lo vi claro, era el diablo. Labios rojos, vestido marcando sus lunares y un perfume que enseguida te enmorcillonaba. Me acerqué y le dije, mire usted, quisiera venderle mi alma. No, no estoy loco, pero no tengo novia, ni creo que ya la tenga. Así que, lo mejor es que usted me lleve, y que haga conmigo lo que quiera. No quiero morir sin más. Sí, esto que ve es lo que parece. Es cosa de su colonia. Por lo visto es muy buena. Ahí sonrió. Cogiéndome de la pechera, me sacó por la puerta de atrás. Entonces, descubrí su rabo. Me lo arrancó todo. Todo. Feliz, quise darle las gracias. Pero no pude; por donde me vació de alma, me había sorbido también la voz.
Fuerte erotismo el de esa demonia de rabo largo… Uf.
¡Al podio, al podio! Me ha hecho mucha gracia desde el enmorcillado del inicio. Por su depurado estilo a mí me parece que es el gran APC, pero me puedo equivocar. Saludos.
Si se quedó afónico y feliz, pues a rendirse más veces, ¿no?