669. EL ALMA DEL BOSQUE, de Sauce Blanco
La joven Aileen vagaba por los senderos pedregosos cercanos a la ciénaga de las afueras. Era pequeña y ágil, de apariencia delicada. Andaba casi flotando en efímeros movimientos, sin echar la vista atrás.
Una lágrima ondeó en la suave brisa al no poder regresar, su pueblo no se lo permitiría. Muchos de los suyos habían puesto precio a su cabeza si la encontraban en territorio forestal, por eso tuvo que marcharse, aparte de no poder vivir con la carga de haber cometido el peor pecado que un elfo pueda llevar a cabo: dañar al bosque. Aun escuchaba sus susurros ahogados por el dolor tras la quema, aunque accidental, de una de las regiones más pobladas y arcaicas del reino, su reino. Oyó pasos de caballos acercarse hacia ella…
Alguien la había delatado en territorio humano, a lo lejos divisaba caballeros armados. Los elfos eran criaturas muy preciadas que otorgarían honor eterno al que capturase uno.
Notó un rumor en la lejanía. Los árboles la llamaban, los que fueron su refugio… ¿Qué debía hacer? Todo ser tiende a un fin y el suyo estaba en el interior del bosque, entre sus frondosas ramas, desapareciendo en la espesura del destino más cruel.