67. Advertencias de seguridad (Patricia Collazo)
Escribía manuales de instrucciones. No era ese “ganarse la vida escribiendo” que había soñado, pero le daba de comer.
Las paredes de su despacho estaban cubiertas de textos en distintos idiomas, hojas con frases resaltadas, gráficos emborronados, pósits con palabras garabateadas que rodaban al suelo y terminaban pegados en el sitio equivocado.
Ningún producto se le negaba. Tanto elaboraba manuales para manejar fotocopiadoras, como instrucciones para conseguir el algodón de azúcar perfecto. Podía explicar el modo correcto de remontar una cometa o enumerar las configuraciones posibles de una cafetera.
Montar productos y elaborar instrucciones que garantizaran su seguridad y correcto funcionamiento le hacían sentir que tenía el mundo bajo control.
Hasta que el montaje de la mujer perfecta llegó a su mesa de trabajo. Intentó durante años, a prueba y error, montándola y desmontándola, sin conseguir que ella no tuviera defectos. Cuando lograba una sonrisa angelical, los dedos del pie le quedaban torcidos, y cuando ella resultaba ser muy inteligente, un hueco entre la axila y el pecho se le llenaba de aire.
Tanto se empeñó que terminó enamorándose de ella, aunque no fuera perfecta. Nunca publicó su manual de instrucciones ni hizo caso a sus propias Advertencias de Seguridad.

