677. ¡MÁS MADERA!, de Pequeña Jabata
Era un hombre meticuloso y previsor. Nada quedaba al antojo de un azar incierto que no pudiera controlar. Gozaba de buena posición y contaba con una lujosa finca de cinco hectáreas en medio del bosque, con un chalet construido en roble y cedro.
Cada habitación lucía detalles de madera policromada en el techo y disponía de teléfono, con comunicación al exterior para casos de emergencia. El señor Pérez no deseaba que la tranquilidad del bosque supusiera un problema para su seguridad.
Cada fin de semana, se ataviaba con ropa de caza, tomaba su rifle y pasaba horas deambulando escondido entre los árboles.
Aquel día esperaba agazapado a su presa, pensando en el hueco que decoraría aquella hermosa cornamenta, cuando le sorprendió algo imprevisto: una rama maciza se desprendió desde lo más alto golpeándole en el costado. Cayó aturdido al suelo mientras el arma se le escapaba de las manos y chocaba con el tronco del árbol, disparando una bala en su estómago. Afortunadamente, el señor Pérez disponía de un gran ataúd hecho con madera de pino.
Y es que la naturaleza tiene una forma muy original y macabra de devolver el daño recibido.