680. GOTAS CAEN SOBRE MI CABEZA, de Zorrito
El cielo tornó gris. El viento aumentó su velocidad, se volvió frío y displicente. Las ardillas corrieron a esconderse, los pájaros se ocultaron en sus nidos y la tierra se preparó para el inminente baño de multitudes. Las nubes eclosionaron y empezó a llover violentamente. Llovió y lo impregnó todo de vida. Yo miraba impresionado a través de la ventana del hotel pero esta vez decidí dejar de ser espectador y convertirme en uno más. Me adentré en el bosque y sentí las gotas caer sobre mi cabeza. Noté su humedad penetrando por cada poro de mi piel como diminutas agujas purificadoras. De pronto me detuve y escuché atentamente el sonido de la lluvia. ¿Hay un espectáculo que pueda superarlo? Sentí que me fundía con el medio, que era un árbol, un pájaro carpintero, un zorro. Respiré profundamente y mis pulmones se empaparon de ese olor indescriptible. En cada inspiración sentía como si estuviera aspirando toda la energía del planeta; en cada exhalación como si eliminara todo el mal de mi interior. El paseo duró sólo diez minutos pero fue la experiencia más impresionante que jamás haya tenido.