682. EL GUARDIÁN DEL BOSQUE, de Zorrito
Había una vez un guardián de los bosques que siempre tenía el semblante alegre y asaltaba a todo aquel que paseaba por aquellos bellos parajes. Les indicaba que debían abrazar amigablemente a un árbol para poder disfrutar del mejor paseo posible. Los visitantes no daban crédito a lo que veían sus ojos: llevaba un sombrero ridículo, arco, flechas, botines y sonrisa poco tranquilizadora. Algunos obedecían sin hacer preguntas. Se fundían en un fuerte abrazo con cualquier árbol de su elección y después disfrutaban del mejor paseo por el bosque de su vida, pero otros se negaban a hacerlo. Entonces, el curioso personaje, les informaba que su paseo se convertiría en un auténtico infierno. Tendrían horribles alucinaciones, los árboles se convertirían en peligrosos gigantes de infinitos brazos afilados que harían jirones su ropa y tendrían que volver desnudos a sus alojamientos. Los pequeños animalillos se convertirían en fieros animales salvajes que se dirigirían al osado visitante con desagradables exabruptos hasta convencerle para que hiciera efectivo ese simple gesto de cariño con los árboles del lugar. El guardián del bosque consiguió que todo el mundo abrazara un árbol y que los humanos sintieran que el mundo podía ser más habitable y generoso.