688. JUAN EL LEÑADOR, de Cárabo 2
Como cada mañana, Juan se levantó temprano. Antes de que las primeras luces dibujaran las sombras de los árboles cogió su hacha y se adentró en el bosque.
Ciervos, corzos, zorros, jabalíes y muchos otros animales le saludaban cada mañana pero como él desconocía el idioma del bosque no les podía entender.
Fuera invierno o verano cortaba más de veinte grandes árboles cada día, de lo cual estaba muy orgulloso. Se le consideraba el mejor leñador de los alrededores.
Mi hacha corta la madera más dura del árbol más grande-solía decir Juan entre carcajadas.
Pero una mañana de invierno su hacha tropezó con una madera que no pudo cortar y se rompió en mil pedazos.
Vieja y estúpida hacha-refunfuñó Juan.
Tras el enfado decidió pasar el resto del día en el bosque y e ir más tarde a comprar otra hacha.
Sentado frente al fuego escuchó dos ciervos dándose los buenos días, unos jabalíes reír mientras se daban un baño de barro e incluso algunos arboles hablando sobre él.
Aprendió el lenguaje del bosque sentándose un momento. No pudo volver a cortar uno solo de los árboles que lo formaban.
bien