Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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72. Segunda oportunidad

La primera vez que mis isquiotibiliales me empujaron hacia atrás no le di importancia, lo achaqué al cansancio de las jornadas interminables para hacerme un hueco en la empresa tecnológica más importante del país. La segunda vez, dejé con la palabra en la boca al promotor inmobiliario que me iba a vender el ático con el que todo triunfador soñaba, mientras yo me alejaba acera atrás. Lo peor llegó cuando empecé a caminar marcha atrás dejando plantada en el altar a Cuca, ante la mirada atónita de los cientos de invitados de la alta sociedad que se habían congregado para asistir a la boda del año. La cosa fue a peor y se hizo crónica mi forma de caminar. Decidí echar tierra de por medio, huyendo de curiosos y maledicentes que creían que no era más que una impostura para llamar la atención. Dejé que mis piernas retrocedieran libremente y decidieran dónde llevarme: me devolvieron a la aldea, a la casa donde me crié, al momento en que partí. Fue entonces cuando empecé a andar hacia delante, como si nunca me hubiese marchado.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    El supuesto éxito social puede tener mucho de impostura y no ser tal. Hay que ser muy valiente para reconocerlo, dar marcha atrás (de forma literal) y volver al lugar que nunca habría que haber abandonado, para empezar de nuevo, ahora de forma auténtica.
    Cuanto tiempo sin leerte, Esperanza, me alegra ese retorno tanto como el de tu personaje.
    Un abrazo y suerte

  2. Rosalía Guerrero

    Esperanza, qué simbólico tu micro. La riqueza material no siempre nos va a hacer felices, por lo que la vuelta al origen para reescribir nuestra historia es una opción perfecta.
    Me encanta ese caminar hacia atrás literal.
    Un abrazo y suerte.

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