73. Catálogo de hembras mitológicas
A Gael los felinos le parecían animales vulgares. Por eso jamás alabó mis ojos de gata ni mi elegancia de pantera. No. Él prefería los seres extraordinarios, y me conquistó ensalzando mis curvas de sirena, mi gracia de nereida.
Pero su gusto por las hembras mitológicas no resultó un mero capricho de enamorado. Con el tiempo y la convivencia, aprendí sobre ellas más de lo que nunca hubiese querido: Gael descabezaba con crueldad todos mis razonamientos y opiniones, como Hércules descabezó a la hidra de Lerna, y me tildaba de harpía a la menor ocasión. Así me transformé en esfinge, hierática y en silencio, siempre intentando resolver el acertijo de cómo la sirena, cómo la nereida, habían acabado chapoteando en aquel charco pestilente donde el amor se había vuelto quimera.
Cuando la enfermedad me cercenó un pecho con sus pinzas, comprendí en quién me había querido convertir definitivamente el destino. El proceso fue largo, pero al fin segura en mi cuerpo de amazona recién estrenado, di un portazo. Atrás quedaron todas aquellas que en realidad nunca fui. Y Gael, incapaz de reconocerme en mi verdadera identidad. Por una vez sin calificativos. Petrificado, igual que si lo hubiese mirado una gorgona.
Qué habilidad para enlazar criaturas mitológicas femeninas con los cambios de personalidad a los que tiene que responder tu protagonista. Me gusta la fuerza final de tu amazona y el destino merecido de quien no ha sabido aprender a mirar a tiempo. Ay, Gael, al que solo le falta dar con una lamia ahora para que conozca el reverso de su comportamiento.
Suerte y un abrazo.
Me gustó la idea de terminar con una amazona por la fortaleza que se asocia a ese personaje femenino, una fuerza en este caso imprescindible para superar a la vez esa enfermedad y una relación de maltrato psicológico.
Tienes razón, una lamia completaría a la perfección el catàlogo.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo grande, Rafa.
Muy bueno, Ana, ¿qué hubiese pasado entonces si la foto te hubiese inspirado más?. .?? ¡suerte!
Que habría salido otro relato completamente distinto, supongo. Ay, esa foto de una sirena más falsa que aquellas recosidas que exhibían en las ferias, jaja. Gracias por pasarte y por tu comentario, Dominique, un beso.
Vivan los felinos y las hembras mitológicas. Gafas para los Gaeles. Y viva tú. Sublime.
Ya te digo, el primero que decida abrir una óptica para Gaeles se forra…
Largas siete vidas a los felinos. Muchas gracias por decir tanto con tan poco, como buena microrrelatista. Un abrazo enorme, Eva.
Genial!
A sus pies, señora poeta. Muchas gracias por pasarte a comentar y un besazo, Yolanda.
Como una matrioska, dentro de tu protagonista hay muchas mujeres, que aparecen según los tiempos y circunstancias. La última es, sin duda, la más completa, genuina y liberada, fruto y consecuencia de todas las demás. Esa personalidad de amazona es un recurso literario soberbio. Cono guinda final a un gran relato, la cara que se le ha quedado a Gael.
Un abrazo, Ana. Suerte
A veces es necesario pasar por muchos estadios de metamorfosis para emerger transformado/-a en lo que realmente nos deparaba la vida y, como bien dices, ese ser definitivo contiene y es producto de todos los anteriores. Muchas gracias por tus análisis certeros y un abrazo agradecido, Ángel.
A tu protagonista le llegó el momento de desatar todos los nudos, de ser ella ante el espejo, de echar a volar… Y es que hay muchos «Gaeles» que no saben estar a la altura. Un relatazo de la marca Fuster, estupendo. Un abrazo y suerte, Ana.
A veces la vida te pone en tesituras en las que debes echar mano de todas tus fuerzas para reinventarte, y un esfuerzo tal solo merece la pena si està orientado a ser más feliz. Muchas gracias por leer y comentar, María José, un abrazo grande.
Hembras mitológicas compendiadas en una misma mujer que logra superarlos a los dos, hombre y enfermedad, con gran entereza.
Una catálogo extraordinario, ANA. Te felicito.
Cariños,
Mariángeles
Se necesita mucha fiereza y valor para enfrentarse a esas dos lacras a la vez, superarlas y salir renacida como otra criatura mitológica, el ave fénix. Que sea un pequeño homenaje a todas las mujeres que han pasado por una de las dos situaciones o por ambas.
Muchas gracias por tus palabras, Mariángeles, un abrazo grande.
Muy bueno.
Muchas gracias por leer y por tus palabras, María. Un abrazo.
Que la foto no te decía mucho… comentabas un día en Facebook, pues ya me dirás tú, porque te has marcado un relato de lo mejor que te he leído. Me encanta, Ana, y aunque no sea muy correcto… ¡que le den al Gael ese, él se lo pierde!
Un besote, preciosa, a ti tampoco te deseo suerte… no la necesitas.
Los relatos son como los colores, hay a quien no les gusta el rojo y a otros les encanta…Pues mira, sí, que les den a todos los Gaeles y Gaelas que se dedican a hacerle la vida imposible a quienes han tenido la desgracia de enamorarse de ellos. Quizá la soledad les haga reflexionar.
Muchas gracias por pasarte y por tu comentario, Rosy, abrazo enorme.
Muy bello, Ana. Tratas temas delicados con gran dominio. A la vez transmites ternura y fortaleza. Me has conmovido. Realmente bonito.
Muchos besitos.
Me alegra mucho que la historia te haya llegado de ese modo. Muchas gracias por leer y por tus palabras, María José.
Aparte de la originalidad de tu propuesta y lo maravillosamente escrito que está tu relato, me gusta esa idea de que en cada mujer hay muchas mujeres, según el momento y las circunstancias.
Me encanta, Ana. No me extrañaría nada verlo entre los seleccionados.
Un abrazo y suerte.
Una inmersión en los avatares de diosas y heroínas propia del mismísimo Robert Graves, pero con un trasfondo de denuncia y de empoderamiento de la figura de la mujer. Un final digno a la calidad de todo el relato. Enhorabuena por la más que merecida nominación y suerte en la repesca.
Bsssss!!