74. EL LOBIZÓN, de Irati
Destruido el bosque que fue nuestro hogar por máquinas que talaron la flora natural, mi pronóstico de supervivencia es ínfimo. Nos llamaban “los lobizones del bosque «, un estatus importante para nosotros. La especie se sentía orgullosa de ser protagonista de una leyenda. Sin embargo, ahora mi existencia, nuestra existencia, es la que pasará a ser leyenda.
Hablaré en nombre de los sobrevivientes de mi especie, poniendo en mi hocico lo que deben conocer. Éramos solitarios, tímidos, cautelosos, de hábitos nocturnos o crepusculares. Nos caracterizábamos por nuestras largas patas. De altura y cabeza pequeña en proporción al resto de nuestro cuerpo, el pelaje largo y áspero nos permitía desplazarnos por el área boscosa donde jugábamos y nos apareábamos.
De extinguirnos, no sólo desaparecería una valiosa especie, sino también, la magia del paisaje boscoso que habitamos. En las noches de luna llena ahora a nadie sobresaltamos con el brillo de nuestros ojos al recorrer los senderos.
No desoigan mi voz. Ayúdenme. Es la voz de las víctimas de este bosque que también se extingue. Una voz cargada de esperanza. Una voz que desea perpetuarse para que todos, alrededor del mundo sepan que el bosque y nosotros existimos.