74. PIDE UN DESEO (fuera de concurso)
Él finge que no le importa que su hermana se coma sus yogures favoritos, igual que disimula sus celos rabiosos cuando papá juega con ella lanzándola al aire. O cuando mamá la arrulla entre sus brazos. O cuando las vecinas le dicen que es una niña muy guapa.
Él simula una indiferencia absoluta, pero a veces se enfada, y grita, y rompe cosas. Entonces, como si hubiera dejado de ser invisible, sus padres se fijan en él y, mientras le riñen, se olvidan un rato de esa pequeña intrusa repelente.
Por eso, cuando sopla las velas, desea que un día papá no llegue a tiempo de recogerla en el aire.
Uhhhh, estos celos entre hermanos, qué peligro tienen… esperemos que el deseo se quede en eso, en un mero deseo, y no se harte de esperar y decida poner un poco de su parte.
Muy realista y el peque da un poco de pena, la verdad, quizá los padres deberían prestarle un poco más de atención cuando está de buen humor.
Un besazo, sis.
Pues sí, porque le están reforzando la conducta negativa. Pobrecito.
Todo un ensayo de psicología infantil. Un buen final, ese deseo perverso. Ya dijo Freud que la infancia no es un camino de rosas, o en todo caso con espinas. Saludos y suerte, Rosalía.
(Lo de «suerte» en este caso sobra, acabo de ver que estás fuera de concurso. Suerte en general, en la vida, eso sí)
Hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede cumplirse. La mente es más poderosa de lo que creemos, y no es que propicie poderes paranormales, pero sí puede dirigir pasos y acciones, siquiera de forma inconsciente, hacia la consecución de un fin, en este caso, creíble. Qué malos son los celos, de la naturaleza que sean.
Un abrazo, Rosalía
Pues sí, los celos son terribles para quien los sufre. Imagina después el cargo de conciencia de ese niño…
Otro abrazo para ti!
Eso, suerte para todo, nunca viene mal, la verdad!
Un abrazo!