79. BOSQUIHUMANOS
Apostaron por detener la caravana en un precioso claro que se abrió ante ellos . Valeria y Pablo, con sus 8 y 10 años respectivamente eligieron junto a su padre las bicicletas para disfrutar del entorno. Mientras, la madre y el pequeño Enol de cuatro añitos, optaron por colgarse las mochilas y emprender una pequeña excursión. Volverían todos para la cena.
El niño se maravillaba de todo lo que acontecía durante la marcha, un ordenado ejército de hormigas desfilando con paso marcial, unas ardillas que apenas logró ver por la rapidez de sus movimientos y un escuadrón de pájaros emitiendo sonoros trinos. Lo que no sabían era la cantidad de ojos que les vigilaban durante el camino de vuelta, como queriendo asegurarse de que no tendrían sorpresas. Los niños ya dormían. Sus padres desde afuera, observaban cómo el sol escondía su cabeza en el horizonte tras nubes anaranjadas. Enseguida palideció el cielo y perlas líquidas de rocío vistieron de plata la hierba. El bosque ya era un clamor de silencio, el descanso de sus moradores estaba en buenas manos, el centinela de los sueños jamás dormía…menos aún con invitados.
Mientras haya un solo niño que se emocione delante de un reguero de hormigas habrá esperanza para la especie humana. Una excursión en familia por un bosque, cuando todo está por descubrir, es un tesoro maravilloso que tú, que sabes de paraísos verdes y de juntar bien las palabras, has descrito con oficio y belleza. Que no se extinga nunca ese centinela de los sueños.
Un abrazo y suerte, Yoya
Las emociones de los niños visten de gala los corazones de los adultos, muchas gracias Ángel.
Un abrazo grande.
Bucólica y plácida sencillez.
Muchas gracias Edita !!
Me gusta mucho la descripción que haces Yoya. Me gusta el relato. Mucha suerte!
🙂
Muchísimas gracias poeta, me alegra que te guste.
Un beso grande.
¡Qué bonito Yoya! Ese centinela de los sueños me ha entusiasmado.
Mucha suerte y un abrazo.
Muchas gracias Yashira, ese centinela es un amor.
Un beso.
Hola, Yoya.
Empieza por gustarme el título que has elegido, jugando supongo con bosquimanos, los hombres del bosque, si es que les dejan vivir de una manera natural. El texto es homérico. Es un canto a lo humano en armonía natural. Por mucha técnica y discutible progreso, falaz, respiramos y tenemos las mismas necesidades en principio, y a veces definitivamente, que un Cromañón, por ejemplo. Personificas en el niño el asombro (fundamento del amor y del conocimiento)que le produce el bosque y las criaturas que lo pueblan. Y para el peligro está ese duende, o gnomo, o lo que quieras, pero bueno: ese centinela de los sueños. Que toma a los humanos por invitados. Es un relato muy hermoso y me ha calado dentro, como un escalofrío de terciopelo. Como una tormenta mansa. Las descripciones son de aúpa. Mi muy enhorabuena y un beso. Felicidades.
Muchísimas gracias Martín, efectivamente el título se nutre de esos hombres del bosque…mis bosquihumanos. Le encuentras tantas cosas bonitas a mi relato que estoy emocionada, ese escalofrío de terciopelo sí que es de aúpa.
Un beso enorme.
Yoya, tu relato se ve fluido y ritmico, y se lee estupendamente. Suerte y Feliz Navidad¡¡¡¡
Muchas gracias Calamanda, me alegra que te gustase.
Feliz Navidad también y un beso.
Hola, mi Yoya. Un paseo del que he disfrutado hasta que no han llegado esos ojos vigilantes y que me han puesto los pelos de punta hasta ese final que lo dice todo.
Me gusta el cambio que le has dado a la historia, cómo has jugado, haciéndonos creer que se traba de una idílica caminata en una mañana de domingo. Eres muy mala aunque muy buena escribiendo…
Un abrazo grande, y un deseo especial para estas Fiestas, Navideñas creo…