82. El elegido (Josep Maria Arnau)
Con un angustiado clic, cierra el mensaje intruso en la pantalla del ordenador. Ningún texto, solo un emoticono. El mismo con el que le bombardean el móvil por las noches. Durante el día todo el mundo lo evita. Han dejado de hablarle y no paran de cuchichear.
Echa una ojeada a su alrededor, pero nadie lo está mirando. Cuando recupera la posición ve la pantalla teñida de amarillo. Una infinidad de emoticonos idénticos la han invadido por completo. Algunas risitas soterradas interrumpen el tenue ruido del aire acondicionado, mientras su corazón acelera sin remedio.
Hace tiempo que ha renunciado a saber sus motivos. Se levanta y observa las cien mesas alineadas que lo alejan de la salida. Todos siguen sin apartar los ojos de los ordenadores. Él calcula las distancias. Sin duda, la que lo separa de la ventana es la más corta.
Esto si que es acoso laboral del peor, tristemente efectivo, pues no parece haber posibilidad de luchar contra él, porque la víctima no conoce las causas ni los agresores, solo sufre las consecuencias, que paralizan su vida porque, si lo pensamos bien, si alguien inutilizara nuestras pantallas: móviles, ordenador, etc., nos cortaría las alas sin remedio.
Un relato que ahonda en la necesidad de socialización, como seres sociales que somos, de formar parte de un conjunto. Si todo el entorno se pone de acuerdo en contra de una persona solo le queda la opción de desaparecer definitivamente, cuando ya le han ninguneado en vida, como si hubiese muerto.
A Kafka le hubiera gustado leer este texto, que quizá consideraría una actualización de sus historias.
Un abrazo y suerte, Josep Maria
Gracias por tus amables palabras y análisis, Ángel. Uno de las vertientes más agresivas del acoso es la exclusión social. En nuestra sociedad los métodos de acoso se han multiplicado y sofisticado. El mal uso de las nuevas tecnologías y la facilidad para mantener el anonimato pueden potenciarlo. Ser conscientes de la dimensión real del problema es imprescindible para prevenirlo.
Es muy triste, mucho.
La cara oculta de los emoticonos y de las redes sociales, en donde todo es perfecto y divino, y nolón.
Qué feo el mundo que estamos haciendo (al menos en algunas cosas)-
Y tu micro, qué duro, doloroso y certero. Muy bueno.
Gracias por tu mirada, Luisa. Caer en esas redes destructivas puede dejar sin salida a los más vulnerables. Comparto contigo que no estamos haciendo todo lo posible para evitarlo. Seguro que podemos hacer más para conseguir una sociedad menos alienada y más inclusiva.
Hola, Josep Maria. Me uno a los parabienes por este texto. Con una escena de lo más creíble, dejando aparte posibles «explicaciones psicológicas», nos presentas una verdadera historia de terror y, por desgracia de todos, puede que demasiado habitual. Enhorabuena. Suerte y saludos.
Muchas gracias por tu visita y comentarios, Jesús. A mí también me aterroriza pensar en el poder destructivo del acoso. A veces parece que nuestra sociedad está como ausente y anestesiada ante la maldad cotidiana.
Me has traído a la memoria una triste noticia de telediario ocurrida hace poco.
Me gusta tu relato y me gusta cómo lo has contado, el último párrafo me parece genial. Un saludo, Josep María.
Gracias por tu lectura y comentarios, Bea. Demasiadas veces este tipo de noticias nos entristecen y sublevan. Y lo acabamos sacando por algún sitio. Compartirlo y no resignarnos, siempre ayuda.
Josep María, me ha recordado mucho la atmosfera opresiva de algunos magníficos capitulos de la serie Black Mirror, no sé si la has visto. Se fusiona la inminencia de un incierto futuro cercano, colapsado de nuevas tecnologías con la asfixia social, y la sensación de no saber a dónde coño se ditige el mundo.
Bravo!!! Mucha suerte
Muchas gracias por tus comentarios, Salva. No he seguido la serie, pero es cierto que quería crear la atmósfera que describes. Y también incitar a reflexionar sobre el acoso y hacia dónde se dirige nuestra sociedad.
Un abrazo.
Un relato intenso, me ha agobiado leerlo. Está muy muy bien llevado para reproducir esa sensación, parece que, incluso, has estado en una oficina en la que trabajé hace una pila de años… ¡Suerte con él!
Besosss
Muchas gracias por tu visita y comentarios, Nuria.
Siempre es de gran ayuda saber si los relatos que escribes producen algún efecto en el lector… si se establece alguna conexión emocional. Por otro lado, me alegra que veas tan lejos esa oficina.
Besos.