82. Viaje con nosotros
Mi madre insistió tanto que accedí a salir con Frank. Solo una vez, le advertí. Es educado y tampoco tan feo, aunque mejoraría si vistiera diferente y llevara otro peinado. Ya hemos llegado, anuncia. Abre la puerta del camarote del tren y me ayuda a subir. Nos sentamos junto a la ventanilla y contemplamos la Torre Eiffel de París y Montmatre al fondo. Me pregunta si disfruto del paisaje e intenta cogerme de la mano, pero simulo necesitar algo de mi bolso. Volvemos a pasar por la Torre Eiffel y el tren se detiene. Hago el amago de levantarme pero Frank me dice que siga sentada, que comprará otro viaje, que a dónde quiero ir. A Roma, me vale Roma. Unos instantes después regresa. La moviola vuelve a encenderse y ahora es el Coliseo el que vemos pasar. Me enterneció su insistencia por acudir a este parque de atracciones vintage. Seré amable cuando me acompañe de regreso a casa y le daré las gracias, aunque sin beso de despedida. Entraré y, antes de llegar a la cama, ya estaré soñando con el sudoroso y forzudo feriante que, montado en su bicicleta, hace girar la moviola para recorrer el mundo.
Cuando una madre insiste tanto, es que, al menos, debe tomarse en consideración lo que piensa. Por eso esta joven hace bien en acceder al divertimento del feriante que, solícito, se desvive por complacerla. Ella se hace de rogar, sin ser consciente aún de que tal vez lo de menos sea el escenario, cuando lo crucial es la compañía y recibir atenciones. Ella no ha cerrado del todo la puerta a emprender un viaje más definitivo.
Una propuesta muy original y dinámica, en la que conviven varias realidades
Un abrazo grande y que termines bien el año, Bea
Querido Ángel (qué gustazo empezar una respuesta para ti con este Querido que hace tiempo tenía aparcado), el amor es a veces tan caprichoso, ¿verdad? Pero tus comentarios son siempre una gozada. Me alegra que esa convivencia de varias realidades te haya gustado 🙂 y esta feria un tanto especial. Te deseo también una feliz entrada de año, ya lo que esté por llegar, que nos pille con la nevera llena y el lápiz afilado 🙂 Un abrazo enorme y un besazo aún mayor.
Pedazo de relato, Bea! Es un trampantojo, un requiebro, un delicioso divertimento que de disfruta de cabo a rabo.
Tu imaginación es prodigiosa y tu capacidad de trabajo, fabulosa… A pesar de todo el trabajo y quehaceres diarios de una mami currante…. ¡Suerte!
Gracias Salva, que a ti te guste ya es un triunfo para mí 🙂 ya sabes cómo es esto, hay rachas jeje
Un besazo enorme… voy a hacer la cena! jeje
Besicos, Bea.