91. Cien mentiras (Patricia Collazo)
¿Otro? ¡Qué alegría, Jime!, miento por segunda vez desde que me levanté.
Tercera del día, miento un abrazo colectivo de algarabía generalizada. Río cuando hacen un rápido recuento: ¡Ocho sobris ya! ¿quién nos lo iba a decir hace diez años cuando terminamos la uni?
De pronto todas me miran preocupadas. Han recordado que la única que usa la carrera para algo más que adornar el salón con un título enmarcado soy yo. Y la única que sigue soltera. Pero no es envidia sino compasión lo que asoma a sus miradas.
Por eso uso mi cuarta mentira diaria para declarar que yo ni loca me meto en esos berenjenales. Que lo de andar cambiando pañales y calentando biberones no es para mí.
Entonces todas se enzarzan en una discusión que mezcla teta o biberón, colecho sí o no, chupetes, cólicos y Montessori.
Y yo, ignorante en esos temas, apenas tengo que mentir una sonrisa interesada. Quinta ya y apenas son las once.
Las siguientes noventa y cinco mentiras que inventaré en el día serán idénticas a la primera, la que me digo cada mañana cuando imagino en el espejo un perfil redondeado que nunca podré tener: ¿Hijos? ¿Para qué?
Has tocado mi punto débil: los hijos. Da penita tu prota. Como desea ser mamá y no puede, seguramente idealiza la cuestión.
Quizá se pueda engañar a muchos, incluso a todos durante un tiempo, pero nunca a sí mismo. Justificaciones hay para todo, pero la verdad siempre está debajo, pinchando
Un abrazo y suerte, Patricia
Lo sencillo sería que nos conformáramos con lo que nos ha tocado, pero no, eso no es para el ser humano. Y nos martirizamos solitos con aquello que no podemos conseguir. Esta mujer, si no cambia la cosa, está destinada a ser una desgraciada.
Entrar en la mente del personaje en este caso, es triste.
Bien reflejado!