84. Futuro
Su reloj lleva parado desde que su esposa murió. Las manecillas están quietas: son más espadas que agujas. El tiempo surca su cuerpo, no la memoria, impuntual con el presente. La correa aprieta.
Hoy, nada más entrar en el supermercado, ha visto a una señora con un reloj como el suyo. Unas sonrisas, tears resistant, han servido de despertador. De allí se han ido con las pilas renovadas, cronometrados para volver a comprar mañana. La alarma ha saltado. Los relojes siguen sin funcionar, pero un tictac suena ahora en ambos corazones.
En una pareja bien avenida la pérdida de uno de los miembros es inevitable, primero uno y luego otro. El que queda ha de asumir un vacío terrible. Pero la vida siempre sigue y aunque el vacío anterior no pueda llenarse nunca, el mismo tiempo implacable que nos pone fecha de caducidad todo lo suaviza; a veces, incluso, ofrece una vida nueva.
Hermoso relato, de tristeza, amor y esperanza, el lenguaje de dos personas que se han quedado solas hace que se entiendan por su experiencia común.
Un abrazo y suerte, Gabriel
Hola Gabriel, me ha gustado el símil del tiempo
Cómo hilo conductor del relato.
Interesante en lo que dice y en cómo lo dice.
Gabriel, qué bonita esa forma de contar que la vida sigue su curso, ofreciéndonos nuevas oportunidades, aunque las manecillas del reloj parece que se hayan parado. Mientras sigamos con vida, estamos a tiempo.
Un abrazo y suerte.