Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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84. Silencio roto

Tronquejo es un pueblo perdido de la mano de Dios. El azar lo llevó allí al desviarse para evitar una tormenta camino de Roma y, al ver que no había iglesia, repartió fobias entre los pocos habitantes que charlaban en la plaza como represalia.
El médico no soporta la sangre desde entonces y deriva las hemorragias al veterinario, un vampiro con gafas de sol que las hace desaparecer. Sin embargo, un repentino temor a la lana le impide curar ovejas si no están despojadas de su abrigo. Jeremías, el único pastor, las esquilaba con esmero hasta que apareció su fobia al ruido; la intolerancia a los balidos y al traqueteo ensordecedor de la esquiladora lo está dejando sin rebaño.
El padre Samuel llegó buscando una parroquia que no existía. Celebra misa en la bodega, lugar donde sobran los parroquianos. No le falta material para la consagración, aunque ahora se la salta debido a su inesperada manía al vino. Ha desarrollado también rechazo a Dios, más que por convertirlo en abstemio, por el trastorno que ha provocado en los demás. Sobre todo a Jeremías, angustiado a estas alturas por cualquier sonido. Tan feliz antes en el mutismo intacto de su sordera.

9 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ese repartidor de fobias ha cumplido su perverso y vengativo propósito con tanta maledicencia como eficacia. Cuando en una comunidad sus miembros responden con miedo o repulsión a lo que habían sido sus quehaceres, deviene en muñeco roto que nadie podrá componer, nunca más ese pueblo será la comunidad de antes, en la que todo estaba armoniosamrnte relacionado, como armonioso es tu relato.
    Un abrazo grande y suerte, Pablo

    1. Pablo Núñez

      Un abrazo, Ángel. Como siempre me encanta leer tu certero y maravilloso comentario. No se me ha ocurrido un relato hasta casi el final de la fecha de las fobias, pero aquí está, Dios con todo su esplendor ha repartido fobias y, curiosamente, su pastor en ese pueblo ha acabado cogiéndole fobia a él por todo el desequilibrio que ha formado.

      Un abrazo grande. Y gracias por pasearte por aquí de nuevo.

  2. Qué bien has encajado todas las piezas, buscando lo más peculiar de cada uno. Me encanta la fobia al vino del cura, jejeje.
    Y has puesto un Dios como el del Antiguo Testamento, vengativo y solapado, mucho más divertido para un relato de este tipo.
    Un abrazote, querido Pablo.

    1. Pablo Núñez

      Hola, recolectora de premios, jejeje.
      Ya ves, me he acordado de ese Dios del antiguo testamento que tanto castigaba para traerlo aquí con su repertorio de fóbicas repartido.
      Un beso grande y enhorabuena por tus éxitos y por los que vendrán.

  3. Gema

    Bastante vengativo el misterioso viajero desorientado. Entiendo que es un trasunto del propio Dios, no se diversa tu intención Pablo. En cualquier caso el relato tiene un ambiente distócico rural muy interesante.
    Un saludo

  4. Gema

    Quería decir que no sé si era tu intención pero el corrector ha puesto lo que ha querido. Quizás también ha sido castigado a no corregir bien. Jajajaja

    1. Pablo Núñez

      Tengo fobia al corrector, Gema, jajaja. Sí, has entendido bien, el repartidor de fobias es el mismísimo Dios por no encontrar parroquia. Ya ves, no sé por qué se enfada. Mucho mejor celebrar las misas en una bodega, jajaja

      Abrazo y mil gracias por pasear por aquí.

  5. Rosalía Guerrero

    Ay, Pablo, ese dios sí que sabe repartir las hostias, perdón, las fobias donde más duele.
    Me ha chiflado lo de celwbrar misa en la bodega, donde hay más parroquianos. Lo normal.
    Un abrazo y suerte.

    1. Pablo Núñez

      Jajajajaja. Gracias, Rosalía. Siempre se ha dicho que donde se reparten más hostias es en las iglesias, y es obvio que en las bodegas, bares y tabernas, es donde más parroquianos hay.
      Me alegra que te haya divertido esta historia de fobias repartidas o caídas del cielo.

      Un beso grande y un abrazo a mi amigo Ramón.
      Gracias por pasearte por aquí una vez más.

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