85. Cuestión de acentos (Mel)
A Miguel le decían ma-ri-cón, con las tres sílabas bien separaditas y marcando el acento de palabra aguda. Su delito: no jugar al balón y pasar el recreo con las chicas. Él les ignoraba pero pronto llegaron zancadillas, empujones y zarandeos. Con la primera aguadilla en los lavabos hasta los Reyes Magos se asustaron y le trajeron una bici.
Aprendió a saltar mochilas rellenas de clavos, a zigzaguear esquivando pedradas y a derrapar en cualquier terreno, todos cuesta arriba aunque fuesen llanos, como aquella cantinela de “soplapollas” que le cantaban cada vez que le aflojaban el pitorro y se le desinflaban ruedas y autoestima.
Cuando le robaron el sillín y al estribillo de “córrete unos centímetros” perfeccionó eso de pedalear de pie y escalar lágrimas. Al final del instituto ya dominaba toda la orografía y esprintó dejándolos atrás.
Ahora todos se jactan de conocer al campeón y cuentan que eran compañeros del colegio. Si alguna vez se han sentido hipócritas o sobre-estúpidos nunca lo dirán. Desconocen que en la intimidad él se hace llamar simple y llanamente Míguel, con acento en la í.
En este relato, se cumple a la perfección la ley de transformación de personaje.
Me ha gustado mucho la forma en que lo has hecho, con unas pinceladitas poéticas.
Te deseo suerte y un buen verano
María, cuentas con acierto las peripecias del diferente y el paso de los años. Suerte y saludos
Buenísimo Mel, si yo te contara la importancia que tienen algunos acentos.
Suerte.
Me gusta tu alegato contra la intolerancia y hasta contra la estupidez humana. Y como siempre, nos has sabido llevar por el mundo del protagonista, con un final esperanzador y hasta con un deje de revancha, que anima al lector, a mi al menos. Gracias por esta historia y buen verano
Impecable.
Igual que me desilusioné cuando alguien me dijo que los reyes magos y el ratoncito Pérez eran los mismos, lo hice cuando alguien me insistió en que las aguadillas de toda la vida eran ahogadillas, de ahogar. Quizá pase con eso como con las croquetas y las cocretas, ya admitidas por el uso…
En cualquier caso, enhorabuena por tu relato, melosa Mel. Un beso grandote.
contesto telegraficamente q con el.movil…
gracias a los lectores por vuestro tiempo de.lectura.
Contestando a Eva, pues va a ser un cocreta de esas.
http://www.fundeu.es/consulta/ahogadillaaguadilla-2673/
Besos
¡Resiliencia en estado puro, muy bien!
¡Saludos y suerte!
Mel, buen relato donde el diferente sale ganador con ese final victorioso. Lo de la ubicación de la tílde me ha encantado.
El patito feo se convierte en cisne y nos lo has contado con maestría y buenas letras. Un abrazo y gracias por compartirlo.
A veces tener que salir corriendo nos hace llegar antes.
Me ha encantado tu acento delicado.
Un saludo
Maríaaaa!!!
Cuánto tiempoooo! pero veo que sigues aquí al pie del cañón!
Enhorabuena por este relato, que pedalea entre la cruda realidad y la poesía más delicada.
Zorionak!
pasa muy buenas vacaciones!
Muxu bat
Marta
Me gusta esta historia que habla de como una bici cambia el destino, o el destino predecible, de una persona. no sabemos en que detalle de nuestra vida encontraremos lo que nos haga crecer, madurar, cambiar….un perro, un amigo, un atardecer…o una bici, ¡muy bonito! suerte
Me habían hablado muy bien de tu micro… y he venido a comprobarlo. En efecto, ¡es muy bueno! No exageraban… 😉
Un beso
Fantástica historia. Has relatado a la perfección el paso del tiempo y la superación en cada uno de los retos y trampas hasta hacerse un campeón, un campeón con humildad. Me encanta tu personaje Mel.
Un beso grande.
Me ha recordado una peli en la que el muchacho se hace un gran corredor a fuerza de salir del cole pitando para recoger las sabanas meadas que su madre tiende a la vista de todos.
Tu historia es diferente, pero…
Enhorabuena y abrazos.