85. Experiencia Bonnie and Clyde
Salimos del banco disparando al aire. Cuando llegamos a nuestro escondite esparcimos los billetes por todas partes; la adrenalina del atraco excita nuestros cuerpos y lo hacemos allí mismo, sin importarte que aquello no sea muy higiénico. Cuando acabamos, te levantas y caminas totalmente desnuda y desinhibida hacia el baño. Yo te observo embelesado, pero en la parte inferior derecha de mis gafas aparece el símbolo de batería baja. Una vez volvemos a nuestra realidad, coges el bote de lejía y lo limpias todo. Por si acaso, me dices, mientras te abrigas con tu vieja bata de estar por casa.
La tecnología digital permite desatar la imaginación y vivir todo tipo de experiencias solo con desearlo. Parece algo muy novedoso, prometedor y sin límites de cara al futuro, pero en realidad todo está escrito ya desde el principio de los tiempos. Si Calderón dijo que «los sueños, sueños son», hoy podemos afirmar que una cosa es la realidad virtual y otra la auténtica, simbolizada de la mejor manera en la recreación de esta pareja mítica, que transgrede normas y no se detiene por nada, frente a la «vieja bata de estar por casa» en la que ella termina enfundada.
Un abrazo y suerte, Bea, con esta buena historia de pasiones fugaces y contrastes.
Llego muy tarde para responderte, querido Ángel, porque la propuesta ya fue resuelta, pero no puedo dejar de echar la vista atrás y llegar hasta aquí para decirte, de nuevo, gracias, gracias y gracias. Por tu acertada reflexión acerca de la historia y tu siempre tan amables palabras. Un abrazo enorme, Ángel.
Gracias a ti por tus letras y por la buena energía que siempre transmites.
Ahí va otro abrazo grande, Bea