86. Terapia alternativa
Cuando Antonio lo vio sintió un fuerte pinchazo en la entrepierna. Era el inconfundible deseo. Se imaginó acariciàndolo, oliéndolo, sintiéndolo, así que lo compró. Al salir de la tienda con él se sentía conscientemente feliz. Esa noche cenaron a la luz de las velas y bailaron hasta el amanecer. El deseo dio paso al amor y el amor a los secretos. Secretos contables e incontables, que se guardan en la memoria oculta del alma, rozando la decepción y el dolor. Al mediodía se despertó abrazado al vestido. Ya manchado. Ya contaminado. Ya pasado de moda. Como tantos otros acabó en el contenedor. Por la tarde Antonio salió a pasear, en busca de nuevos vestidos que le limpiaran el alma.