86. DÍA 513
Tan gorda. Tan blanca. Tan fuera de lugar. La sigue a una distancia prudente, con temor a espantarla, pero sabe que no puede demorarse si quiere que la mañana les sirva el azar caliente. Se ha quitado la camiseta, que arrastra por la arena mientras su cabeza repasa la estrategia. Aunque es consciente de que aquí, como allí, la estrategia no sirve. Quién puede calcular con exactitud dónde habrá un francotirador; cuándo un obús va a reventar a tu hermana; dónde está tu padre bajo esa pila de escombros; cuándo va a echar a volar esa paloma.
El animal picotea la nada junto al vallado. Al niño se le disparan los músculos. Le arroja la camiseta, le salta encima, agarra el bulto que aletea sin opciones y lo aprieta contra su pecho. Reconoce el palpitar enloquecido del miedo a través de la tela, pero lo arranca de cuajo con un giro seco de la mano derecha.
Emprende el camino hacia su tienda con la paloma envuelta en la camiseta. Hoy comerán carne. Como la gente de las fotos, la que aseguró que los acogería en sus países. Esa gente tan blanca. Tan gorda. Siempre tan en su lugar.
Estupendo relato. Y estupenda esa imagen simbólica de la paloma: paradoja pura.
Supuse que un niño refugiado vería una fuente de proteínas en una paloma blanca y gorda. Lo de considerarla un símbolo de la paz queda para los estómagos bien alimentados del lado de acá. Gracias por pasarte a comentar y que tengáis felices fiestas. Un beso.
Hola, Ana.
Prosa precisa la tuya como el fusil de ese francotirador que pudiera aparecer en el texto. Prosa que juega a hilar, a ir tejiendo para dar lugar a una madeja de lana la mejor. Prosa compacta como la indiferencia de muchos ante las mentiras que han ido sembrando. El hilo conductor es la paloma de la paz, tan fuera de lugar en contraposición a la postre con la gente tan en su lugar que da pábulo a la ingesta del volátil, esos odiosos indiferentes. Prosa de altura. Prosa supersónica. Prosa preciosa. Felicidades, y navideñas. Un beso.
Eduardo, como decía más arriba supongo que los símbolos se diluyen cuando el estómago ruge de hambre y vives una infancia más que precaria después de haber contemplado horrores, haber sufrido la pérdida de familiares de la manera más cruel y haber experimentado el pánico. Mi madre era una niña pequeña durante la guerra civil y aún tiene imágenes y sensaciones grabadas a fuego en la memoria.
Muchas gracias por tus palabras y que disfrutes de unas felices fiestas.
A la primera no, por cortito que soy, pero a la segunda me he quedado pasmado. Me parece que hay por ahí mucho desengaño.
Besos y felicidades.
Ay, el desengaño, qué presente está desde el viernes pasado 😀
Despásmate y disfruta de unas fiestas muy felices. Y gracias por la cañitas compartidas. Un besazo.
Ana, muy buen micro. Una crónica estupenda de la vida «al otro lado» y de la paloma.
Un abrazo
Creo que por mucho que imaginemos no nos podríamos hacer una idea, y que siempre sea así. Muchas gracias por el comentario y que tu navidad esté llena de buenos momentos. Un beso.
Vengo de buscar Hipocrénides en el DRAE. Contigo siempre aprendo palabras nuevas 🙂
Fue un placer conocerte y poder escribir un relato para ti, resultó todo un reto sumergirse en esos mundos que tú tan bien conoces y yo tan poco. Y aún me sonrojan tus comentarios superlativos, los de aquí y los de allí. Me habían llamado muchas cosas en mi vida, pero te aseguro que feérica nunca…
Un beso y que tengáis muy felices fiestas.
Los símbolos, en demasiadas ocasiones, son solo eso, símbolos. En este caso, esa paloma gorda y grande, al menos sirve para aliviar por un momento una de las diversas penurias que conforman la dificilmente revocable realidad de tu personaje y de todos los que tiene la desgracia de nacer donde y como él. Enhorabuena, Ana. Un saludo y suerte.
Este 513 al que llevo vario días tratando de comentar parece que ha eclosionado el mismo día en que sale el premio gordo de la lotería terminado en 513. ¿Querrá decir algo? No me hagas caso. Saludos.
Sí, el azar decide en qué punto del planeta te coloca, y a partir de ahí se va escribiendo la vida de cada uno, a veces con estilográfica de oro y otras con el dedo sobre la arena. Que tengáis una navidad muy feliz. Un beso.
¡Impresionante!
Un abrazo admirado.
Muchas gracias y un abrazo grande para ti.
Tremendamente bueno, Ana.
Felicidades.
De cabeza al libro.
Tú siempre me lees con buenos ojos, niño. Un abrazo grande.
Demasiados días ya, curiosa coincidencia de ese número con el de la Lotería ¿Una premonición Ana? Jeje, bueno, lo cierto es que esa paloma si que estaba sentenciada, paloma de la paz para unos, contentadora de estómagos para otros, cada uno la ve desde su punto de vista, dispar en extremo, por cierto. Muy bueno tu relato, mucha suerte con él, aunque creo que ya la lleva escrita en el título. Besos amiga.
¡Pues no me había dado cuenta de la coincidencia! Elegí el número al azar, quería indicar que el niño llevaba en el campo de refugiados un año y pico y el primer número en que pensé fue ese. Muchas gracias por el comentario y tus buenos deseos, un abrazote.
Blancas y gordas, palomas y personas fundidas en un relato que no deja indiferente. Y con la calidad e ingenio habituales en tus letras.
Suerte y besos.
Si a ti no te ha dejado indiferente me lo tomo como un gran piropo. Gracias por tus palabras, un abrazo.
¡Qué bueno! Me han gustado tantas cosas de tu relato: la estructura redonda; el ritmo pausado de frases largas mientras acecha y rápido cuando se abalanza sobre la paloma; la denuncia implícita; … Es un placer volver por aquí para disfrutar leyéndote.
Un abrazo y Felices Fiestas
Espero que a partir de ahora nos dejes disfrutar también con más frecuencia de tus relatos. Gracias por tus palabras, un abrazo.
Una paloma blanca, símbolo de la paz, tiene que estar fuera de sitio en un lugar donde la locura de la guerra no respeta a nadie, donde la vida y la muerte o llevarse algo al estómago dependen del puro azar, donde el pobre ave sólo puede picotear la nada. En contraste, esa gente gorda y blanca siempre permanece en su lugar de privilegio, sin moverse ni querer mirar, aquel que les ha tocado por azar y al que no dejan que entren a quienes han tenido menos suerte. El comienzo y el final conectados y contrastados es otra más de las genialidades de este relato, que como todos los tuyos, tiene garantía de calidad.
Un abrazo grande, felices fiestas y por un 2017 lleno de alegría y buenos encuentros en los que coincidamos
Ángel, tienes una habilidad especial para comentar los textos. Muchas gracias por tus palabras y brindo por los reencuentros. Un abrazo.
Ana, aunque te parezca que lo estoy inventando, yo he conocido a una familia española que, a falta de dinero para comprar comida, se comió palomas del palomar que tenían, con gran dolor. Por eso, tu relato, tan crudo, me ha impactado tanto.
¡Feliz Navidad! Un abrazo.
No pienso que te lo estés inventando para nada. En este país hemos llegado a extremos que hace menos de una década parecían impensables. El hambre es cruda y pacta mal con el corazón y el cerebro.
Felices fiestas y un abrazo.
Esa paloma es la tentación para muchos como él ahora ya no pensará en otra cosa, problema por ahora solucionado, hasta que vuelvan a tener hambre y volverán a buscar otra.
Un saludo
Tan sutil. Tsn directo. Tan bien construido
Directo a la gran final.
Enhorabuena.
Vaya… Ana, me dejas sin palabras. Sabes que te admiro muchísimo, espero que sepas que no es peloteo.
A tus pies.
Hola, Ana.
Tan gorda, tan blanca… Tan estupendo micro que no tengo palabras que expliquen las sensaciones que me ha producido.
Enhorabuena, Ana, recreas una escena horrible con maestría. Creo que si estás tantas veces en lo alto es por algo.
Un abrazo enorme y feliz 2017.
Menudo cierre en bucle; «Tan gorda, tan blanca», obligándonos a volver al comienzo de tu relato y haciéndonos ver que ya son 513 días, todos igualmente horribles en la vida de ese muchacho. Eres una maestra.
Un abrazo,
¡Enhorabuena, Ana!