86. El verano en el que fui rubia
Aquellas vacaciones en el pueblo todos se interesaron por mí como si fuera la primera vez. He de reconocer que, al principio, disfruté de ese inesperado protagonismo, junto con el calor seco y las tardes en la plaza, donde se realizaba el cortejo a las recién llegadas. Enrique seguía enamorado de su compañera de clase, tan rubia natural. Percatándose de mi inesperado potencial, me pidió ayudarlo en un juego inocente, un pequeño engaño. Así que, cogidos de la mano, pasamos junto a ella como si fuéramos novios. Una vez culminada la misión, estaba eufórico. ¿Has visto cómo nos miraba?, te invito a un refresco. Ojalá hubiera desaparecido en ese instante como los cubitos de hielo entre las burbujas.
El primer día de otoño recibí una carta suya con una foto de él y su rubita. La rompí en mil pedazos, a sabiendas de que era un acto inútil y totalmente irracional. Cogí algo de dinero y salí de casa, decidida a comprar un tinte castaño 5.0 y, en el camino, pensar qué responder a la carta del primo Enrique.
Cómo nos dejamos llevar por las apariencias y por el relumbrón. En lugar de ser algo accesorio, se le otorgan a detalles intrascendentes, como el color del cabello, una importancia clave. Sin embargo, en el caso de tu protagonista, apenas le sirvió más que para ser utilizada y que el primo lograse el objetivo pretendido, en un juego de juegos y posesiones que no es nuevo, pero siempre resulta cruel para el que pierde.
Nos quedamos con ganas de saber cómo responderá a esa carta, aunque el nuevo cambio de color va a contribuir, sin duda, a que terceras personas se fijen más en las verdaderas cualidades de esta joven, que seguro que son muchas. Tendrá menos éxitos aparentes, pero también más auténticos, siempre es preferible la calidad a la cantidad.
Un abrazo y suerte, Bea
Cómo me gustan tus comentarios y cómo me gusta decírtelo siempre 🙂 Tu análisis es totalmente acertado y complementa el mensaje que la historia pretende enviar. Cómo nos dejamos llevar en muchas ocasiones por esas cosas sin importancia, aun y no siendo ya tan jóvenes. Muchas gracias por tu comentario. Besicos y suerte también para ti.
Gracias a ti por escribir historias tan buenas, Bea