86. Humanos y monogamia (Patricia Collazo)
El componente macho de la pareja está a punto de descubrir la cámara colocada en el portaequipajes de la fila contraria, antes de acomodar las maletas sobre su asiento.
Desde control, respiran aliviados cuando los especímenes se sientan uno junto al otro y esperan que el tren se ponga en marcha.
Llevan años siguiendo las rutinas y peripecias de esta pareja, la única de todas cuantas han sido objeto del experimento, que ha mantenido las pautas de la monogamia y permanece unida. Tienen todas sus esperanzas puestas en estos ejemplares, que una vez que el tren se pone en marcha, se abrazan y permanecen inmóviles.
Las cámaras aéreas, desde el exterior del vagón, se apresuran a captar la tierna escena enmarcada en la luz del atardecer. Un plano grandioso. Director y asistentes gruñen satisfechos.
Entonces, macho y hembra comienzan a estremecerse en un llanto imprevisto.
– ¿Por qué lloran ahora? – preguntan desconcertados desde control. Los hábitos humanos no dejan de sorprenderlos.
“La pareja llora para humedecerse mutuamente y afianzar el vínculo”, explicará la voz en off del documental. El que pronto acompañará la siesta de los osos polares desde el segundo canal de la televisión oficial.
Qué mala fama tienen los documentales de sobremesa, incapaces de robar la atención en detrimento de la siesta. En este mundo cambiado, son los osos polares los que estudian y filman a una pareja humana, al parecer, bastante rara, por aquello de la monogamia, pero ni ese detalle singular es capaz de sustraer el placer a los osos de dormir como tales.
Muy original, bien contado y con un final divertido e inesperado.
Un abrazo, Patricia. Suerte
¡Gracias, Ángel! Me alegra de que mis «experimentos» te gusten. Digo experimento, porque intenté escribir algo completamente distinto de lo que me sugería la fotografía, que es muy bonita y me llevaba a algo más nostálgico, poético, y sí, también más transitado. Un abrazo
¡Me ha gustado mucho! Por profesión, me encantan todos esos documentales de naturaleza, y confieso que más de una vez me imaginé cómo seríamos nosotros como actores involuntarios en uno de ellos. Este relato de la cuerpo a esa imagen, ¡suerte, Patricia!
¡Muchas gracias, Alicia! Un gusto recibir tu visita.
Impresionante y con un final inesperado. Algún día puede que seamos observados de esa manera Patricia, sea por osos o por hormigas, ¡quién sabe!! Suerte y felicidades.
Besicos muchos.
¡Muchas gracias, Nani! Un abrazo
Señora catedrática, ¡vaya relatazo original nos regala! Ese cambio de roles me parece genial y la mención a los documentales de la 2 de Pulitzer.
Suerte y un abrazo.
¡Ay, maestro Olivares! Exagera usted, pero el abrazo me lo quedo y le mando otro. ¡Gracias!
Un «Show de Truman» en toda regla.
Y sin embargo el giro final de los osos polares le otorga la originalidad y frescura que necesita para alejarse del tópico. El «gruñido» de satisfacción, que cobra todo su alcance y sentido con ese giro final, es el tipo de detalle que me encanta en un texto porque añade un toque de ironía sutil, delicioso en tan pocas palabras.
Enhorabuena y gracias por la diversión.
¡Muchas gracias a ti, Raúl! Me alegra que te gustara mi texto. Un abrazo
Siempre nos dejas muy buenos relatos. La que sabe, sabe, así ande entre osos.
Un fuerte abrazo.
El vínculo está ya afianzado, por eso lloran juntos, como para no llorar… teniendo en cuenta lo que cuentas.