87. NO TE IRÁS
Ya no quedaba aire que respirar ni tardes que compartir en el pueblo, todo estaba muerto, hasta la cigüeña del campanario. Esta tierra que un día dio trigo, ahora solo daba pena.
No lo pensó dos veces, sacó del armario unas blusas amarilleadas por el tiempo y unas faldas hartas de esperar la ocasión, las metió en esa maleta que vivía debajo de la cama y se plantó con ella en la cocina. Todos se habían ido, algunos para no volver, como su madre, que decidió matar sus penas sobre las vías del tren. Otros partieron hacia Madrid y la mayoría hacia Alemania donde trabajaban de sol a sol para retornar algún día y hacerse la mejor casa del lugar.
—Padre me voy— dijo.
Él siguió comiendo sin levantar la cabeza del plato.
Ella permaneció largo rato en el quicio de la puerta, esperando un gesto, un “no te vayas”, un beso, un milagro…
Después se atusó el pelo con las manos, cogió su equipaje y se alejó lentamente sin mirar atrás. Ni siquiera se volvió cuando escuchó cargar la escopeta de su padre apuntando a su nuca.
Hola, Esperanza.
Dibujas estupendamente la imagen de la desolación instalada en un pueblo. La firme decisión de tu protagonista femenino para hacer la maleta, movida seguramente por la esperanza de encontrar otro tipo de vida. La venia paterna, el que tiene a mano de la familia, no tiene lugar ni por virtud de un milagro, ya no digamos un intento, más o menos tierno, por retenerla. El final es abierto y, aun cuando el asunto parece que vaya a resolverse con la muerte de la emigrante, cabe como posible (la redacción del párrafo la hace plausible la propia muerte del presunto ejecutor, quizá arrepentido del suicidio de su esposa, sin ir más lejos. Me gusta tu propuesta. Enhorabuena. Y, cuando tengas tiempo, amiga visible (soy consciente de lo ocupada que estás) échale un vistazo al correo electrónico. Un beso.
Gracias por el comentario Eduardo. Me alegra que te haya gustado. Agradezco mucho vuestros comentarios porque yo por razones de tiempo, participo poco y comento menos. Acabo de mirar mi correo electrónico pero no tengo ninguno tuyo ¿¿?? Besos.
Un primer párrafo lleno de aciertos, que hablan de la forma más sugerente de vacío y desolación. Tu protagonista sólo tiene dos opciones: quedarse en ese erial y consumirse con él, o ser exprimida en una tierra ajena. Eso es lo que ella cree. En realidad, la segunda posibilidad no puede entrar en sus planes. Entre el «no te vayas» que esperaba y «el no te irás» del título hay una diferencia que parece sutil, pero que no puede ser cuando hay una escopeta por medio. Sugerente historia la de esta emigrante obligada a no serlo por la intransigencia y el egoísmo paterno.
Un abrazo, Esperanza. Suerte
Menuda escena nos planteas. Terrible en su esencia y tranquila en su exposición, como la actitud de esa chica que no puede aguardar nada de su vida, a menos que consiga dejar atrás esa tumba que parece ser el pueblo. Dominándolo todo, el atavismo, el poder de la tierra, las tradiciones, el deber, la violencia, los silencios… Enhorabuena, Esperanza. Muy bueno. Un saludo y suerte.
Hola, Esperanza.
Los mensajes son del 18 y del 20, y a mí me constan como enviados, historias de la informática. Te los he reenviado. A ver si ahora, reincidiendo…
Y tu texto me encanta, quizá de los que más me gusten, que son aquellos que teniendo una interpretación unívoca, pueden dar lugar a otra poliédrica por parte del lector.
Un beso.
Pues va a ser que no, Eduardo, no he recibido ningún correo tuyo, ni el 18, ni el 20, ni tampoco hoy. Yo creo que tienes mal la dirección, a ver como te la hago llegar. Estás en facebook? o en alguna red en la que te pueda mandar un mensaje privado? Ya me dices.
Un beso.
Qué duro ese padre, hombre de pocas palabras, ninguna, pero de larga escopeta. Sin ternura se marchará esta joven que sólo deseaba tener un poco de vida. Muy bonito Esperanza, mucha suerte con tu cuento. Saludos.
Bueno, Esperanza, en primer lugar, por si ya no lo he dicho, decir, decirte que me sentí, que me siento, con mi miga visible, el amigo visible más feliz del mundo. Menudo regalazo: se ve el cofrecillo en la foto general del 90 grados con todos nosotros. Y el relato es una maravilla: espero que lo publiques en el enlace que habilite Jams. Y desearte felicidad para siempre.
Mira, te envié los correos a la dirección que pones arriba desde mi correo electrónico. A ver si los tienes en el Spam, si tienes Spam. Pero te cuento, porque he visto en tu perfil que dominas lo informático (yo soy bastante negadito), a ver si esto tiene que ver: el ordenador desde donde escribo (machista que es uno)está configurado a nombre de mi mujer, Ana María Rita, pero puso el correo electrónico, con Yahoo, a mi nombre. El navegador es Google y el sistema operativo Windows 8. He pinchado en la dirección que pones en tu mensaje precedente, dónde te envié los correos y dos documentos adjuntos, y sale el nombre de mi mujer: está en tu blog y a lo mejor me sirve para adjuntarte ese par de documentos. Confírmame que puedo hacerlo así. Y si no es posible, como mi mujer sí que está en Facebook, trataríamos de hacerlo así para que me facilites la dirección, pero cuál, ¿no es la de arriba? Que seas muy feliz, aunque me consta que ya lo eres: con esa sonrisa… Un beso.
IM PAC TAN TE
Hola, Esperanza.
Perdona lo de «miga», las amenas erratas de la vida, que diría Caballero Bonald. Tú eres una tahona entera y verdadera.
Vamos a ver, te he mandado un mensaje desde un correo g mail de mi mujer, Ana maría Rita López, con los dos archivos adjuntos. A ver si ahora hay suerte. Ya me contarás. Un beso.
¡Enhorabuena!