9. LUNA ANTE O POST MERIDIEM (Marcos Santander)
Salgo de casa. Miro a izquierda y derecha y, a pesar de que oigo el murmullo lógico del día y la hora, no veo a nadie, y ni tan siguiera veo ningún tipo de vehículo aparcado en ambos lados de la calle, no hay movimiento perceptible salvo la vibración del aire incidiendo en mis tímpanos, ese murmullo callejero habitual de cada día que me sujeta a la realidad. Me froto los ojos. Me preocupo e intento racionalizar el momento y las sensaciones, y llego a un par de, para mí, lúcidas conclusiones: o estoy soñando, o estoy en proceso de desaparecer de la faz de la tierra. Me palpo la muñeca izquierda. Giro el reloj. Señala las doce, ¿Ante o post meridiem? No logro saberlo. Mis ojos giran en dirección vertical y se percatan, me percato, de que varios rayos de sol han herido con sus corpúsculos sendas retinas. Durante un rato, repaso varias escenas de mi anodina vida, e incluso, vuelvo a jugar en aquella pequeña presa en la que aprendí a nadar. De pronto, el murmullo asidero se va haciendo más inteligible. “Pero papá, ¿Qué haces aquí en la calle, desnudo y a estas horas de la noche?”
Vaya, por lo menos se que existes cerca y que tu poesía aclara las neuronas. Felicidades. Espero que tomemos pronto un cafe. Salud.
Gracias, Jesús. A ver sí es verdad lo del cafecito! Abrazo
Marcos, debe de ser muy duro tomar conciencia de tu propio deterioro mental. Crudo y muy buen relato. Abrazos y feliz verano.
Gracias, Salvador. Un saludo.
En cierto modo ha sido libre durante ese momento, sabía nadar.
Tienes un don dramatizando situaciones extremas que llegan y hacen meditar.
Bien¡ y esperemos seguir lúcidos largo tiempo.
Un abrazo.
Gracias, Ricardo. Esperemos, esperemos. Abrazo.
Pues yo lo entiendo como que el protagonista estaba borracho y el padre también. ¿Soy tonta?
Gracias, Lorena, por acercarte a mi ventana. No cre que seas tonta, obviamente. Siempre he pensado que quien acaba y cierra el ciclo en un trabajo literario es el lector. La obligación del autor es proponer y el lector perfeccionar lo escrito con todo su bagaje, vida y experiencias. Qué más quiere un autor que su obra tenga mil y una interpretaciones! Un abrazo.
No importa si está borracho. No importa si está despierto o dormido. No importa si algo en su mente ha hecho click. No importa si es de día o de noche…
Lo importante es que el autor consigue meternos en el pellejo del desorientado protagonista, nos hace vivir sus sensaciones, y saber lo mismo que él. Y eso es lo grande del relato para mi.
Todos aprendimos a nadar en aquella presa…
Un saludo y enhorabuena, Marcos
Gracias, Moodes, por tu comentario. Casi siempre tendemos a interpretar y/o entender una historia escrita de pe a pa, y pocas veces a dejarnos traspasar por los sentimientos que la historia nos provoca. Eso es lo que me gusta de tu comentario. Normal, nos conocimos en aquella presa! Salud.
Duro relato narrado de manera ágil y descriptiva. Nos haces meternos en la mente confusa de tu protagonista y sus recuerdos le hacen vivir una vida paralela lejos de la que realmente tiene que vivir y creo que ello le hace estar más feliz.
Un abrazo Marcos
Siempre nos quedará la duda. Somos felices con nuestros recuerdos? Los recordamos debido a nuestro estado de felicidad? Igual algún día lo sabemos. Thanks!
Desorientado u orientado de forma diferente, ¿no? Nos haces ponernos en la piel del protagonista, vivir ese desconcierto. Estupendo relato. Un beso
Muchas gracias, Concha, por tu tiempo y tus palabras. Beso.
Marcos, ¡Cómo son las cosas! No se si por la edad, el calor, o ese subconsciente que me traiciona cuando voy a leer algo tuyo, había leído como título de tu trabajo, “…. O post morten”. Y me lo he leído como un tiro hasta el final, tan pichi. Y lo bueno es que me ha gustado. Algo me dice que soy un fan de tus escritos. Que no soy imparcial. Voy a tener que ir al psicólogo.
Gracias por esa parcialidad. Todo en el universo este que nos ha creado es casual, todo azar. Si tu leíste post mortem, tu disfrute o no del relato fue uno, si hubieras leído meridiem, hubiera sido otro. Entre eso, el azar que nos trajo a la vida y el azar del estado de ánimo, junto a otros muchos azares, es lo que nos hace disfrutar casi siempre del arte, aunque este sea de modo menor como el que yo hago. Un besazo.
Hola, Marcos, yo voy con un tal Miguel y su post mortem. A mí me ha dado la sensación de ser un espíritu que ya no siente el mundo tal como es sino tal como es tras la muerte. Y que por eso vuelve a oír a su padre, supongo esperándole también en el más allá. Y el título con el símbolo de la luna, le da valor literario.
Gracias, Lorenzo, no hay cosa que más me satisfaga, en los asuntos en los que estamos, que un escrito mío caiga, como una semilla, en distintos terrenos fertilizados con diferentes abonos químicos y metafísicos. Es la única manera de que algo que tiene intención de ser literatura, se acerque a su objetivo. Un placer tus palabras. Salud.
Efectivamente, Ana. Gracias por detenerte en mi ventana y mirar dentro. Abrazo.
Relato duro que consigue alinearte con la inquietud del personaje. Creo que has puesto muy bien en situación y has descrito a la perfección para que el lector también se sienta perdido. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio. Valoro mucho tus comentarios. Unos más acertados que otros, pero con cada relato escrito intentó aplicar detalles que comentan los compañeros. Un abrazo.
Marcos, triste y real como la vida. Bien contado. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, unas veces la literatura sirve para evadirse y otra para prepararse para todo lo que pueda ocurrir. Abrazo.
Encantado y gracias por tu presencia y palabras, Juan P. Como le decía a Juan Antonio, cada día intentó, dentro de mi estilo, cosas nuevas para tratar de llegar a más lectores. Un saludo.
Una historia muy bien puesta en escena, con todos los detalles para hacerla ambigua e inquietante. Me ha gustado, Marcos. Un abrazo
Gracias, Nieves, por tus palabras. Abrazos.
Aunque la perplejidad del protagonista y su desorientación debe de ser brutal, lo has contado de una forma tan agradable, que no duele.
Muchas gracias, Isabel. Me halagan tus positivas palabras. Abrazo.
Un relato extraño hasta que se lee la última frase y todo toma sentido.
Dura realidad que nadie quisiera tener que vivir, tanto si eres el enfermo, como si se es familiar.
Un abrazo.
Gracias por asomarte, Asun. Esos ciudadanos perdidos que superan la esperanza de vida tan moderna que disfrutamos.
Yo me voy a comprar la pulsera esa que dice a quien te quiere , si queda alguno, dónde estás y si nadie me busca ya llegaré a algún lado en el que alguien vea en el dorso de la mano un tatuaje con la dirección y el teléfono del asilo. Pero el hecho que lo sabemos por repetidamente conocido, aterra. Lo de menos es estar en pelota.
Un abrazo Marcos. y viva la presa de Sangroniz en la que aprendimos a nadar y a otras «manubridades».
Buen verano, Jesús, figura! En mi caso sí que fue aquella pequñisima presa la que me agobió en mis primeras brazadas. Salud.