90. ¿ Y SI….? (Sandra Sánchez)
Dejó la jaula con la puerta abierta por si no se hubiera desorientado y supiera volver. Dejó, también, la luz del porche encendida aun a sabiendas de que en aquella oscuridad no se movería del sitio, que permanecería acurrucado haciendo una pequeña bola de plumas para mantener el calor. Amaneció. Se hizo de día. Salió el sol y, con él, subió algo la temperatura en aquel febrero frío y crudo; y renació la fe en que todavía pudiera volar, en que aún pudiera regresar. Avanzó el día, y la tarde y de nuevo la noche. Y la jaula seguía abierta, igual que la ilusión pero ya, cada vez, más débil. ¿Cómo no se percató de la puerta mal cerrada?, ¿haría demasiado frío para él, acostumbrado al calor constante del hogar?, ¿encontraría comida? ¿sabría encontrar agua?…Pasaron tres días, cuatro… pasó una semana.
Llevó la jaula al trastero, ocupada ahora por la culpabilidad del descuido, por la pena de que un pajarillo hubiera podido morir por su torpeza. Cerró la puerta a la vez que la esperanza.
A doscientos metros de su casa, en una rama natural de un verdadero árbol, frondoso y alto,un nuevo inquilino despereza sus alas… y canta.
Durante lo peor del confinamiento, del que ya casi va a hacer un año, se comparó nuestro encierro por razones sanitarias con el de los pajarillos domésticos. Aunque dentro de la jaula, como en una casa, tuvieran sus necesidades principales resueltas, quizá comprendimos entonces la crudeza de estar privados de libertad. Tu protagonista humano echa de menos a su mascota, su amigo, alguien que le hacía compañía, con la inevitable nostalgia que esa ausencia trae consigo. Se preocupa por él, piensa que puede haberle sucedido algún percance, sin llegar apensar que ha alcanzado una plenitud que merecía, como indica su canto. El título es una puerta a una posibilidad que no había tenido en cuenta y que, a la postre, fue la correcta.
Un hermoso relato, Sandra. Un abrazo y suerte
Tristeza, nostalgia y remordimiento con final feliz. Lástima que esto último la protagonista no lo sabe…
Alguna vez he liberado a algún pájaro que había recogido después de caerse del nido, alimentado y enseñado, de alguna manera, a volar, y es emocionante. Pero siempre me queda la duda de lo que hubiera sido mejor para él, si de verdad iba a ser capaz de sobrevivir en un mundo desconocido para él y hostil, si prevalecería el instinto que le hiciera seguir adelante o perecería incapaz de proporcionarse comida y abrigo. Nunca lo sabré, pero hace tiempo que dejé de tener pájaros enjaulados, y el momento de soltarlos fue altamente placentero para mí. Espero que también lo fuera para ellos. Creo que tu micro refleja muy bien esta incertidumbre.
Mucha suerte Pulga!!
Bssss!!