91. EL PRECIO (GABRIEL BEVILAQUA)
La nave abandonó el cañón en el patio de nuestra casa. Parecía antiguo y medía unos dos metros de longitud. Mamá, papá y el abuelo se pusieron a discutir sobre si era francés o alemán, si lo habrían usado en Waterloo, o si valdría lo suficiente como para liquidar la hipoteca. A mi tía, en cambio, le había dado por colocarle margaritas en la boca. Yo no podía entender cómo no se enfocaban en lo que era realmente importante: ¡la nave alienígena! Harto de tanta discusión bizantina me retiré a ver la tele. Recién a la noche volví al patio. Mi tía permanecía junto al cañón pero ataviada con un traje ceñido y un casco. Se alegró de verme y me pidió que la ayudara. Me dijo que siempre había soñado con ser una mujer bala y que había llegado el momento de concretar su sueño. Razoné que aquello suponía demasiados riesgos, pero me entusiasmaba la idea. Al punto que, casi a la medianoche, disparé el cañón. Mi tía cortaba dichosamente el perfil de la luna cuando la nave alienígena la abdujo. No obstante, lo más extraordinario es que nadie en mi familia, excepto yo, la recuerda.
Original relato, divertido y bien escrito. Deja un extraordinario suceso en el aire, que quizá por temor nadie quiere recordar.
Abrazos.
Gracias, María. Me alegra que te haga gustado.
Saludos y suerte
¡Que te «haya»!, se me fue el dedo.
Extraordinaria manera de contar una historia, tan detallada, en 200 palabras. Cierra con mucha originalidad. Muy bueno.
Saludos.
¡Gracias, Beto!
Saludos cordiales
Un relato que te deja una sonrisa y una imagen muy bonita en la mente.
Gracias, Lorenzo. Esa es la idea 🙂
Saludos cordiales
Gabriel, sueño o realidad. Es un cuento bonito y original. Bien contado. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda.
Saludos
Original y entrañable. Dejas unas imágenes estupendas.
Un abrazo, suerte.
Gracias, Mª Belén.
Saludos
Felicidades, Gabriel, por esa mención y esa cabeza que tienes. Un relato surrealista, simpático y que nos hace pensar sobre esa virtud que tenemos de fijarnos en las estupideces en vez de en lo importante. En fin, suerte en la repesca.
¡Felicdades!