92. Amor de madre (Santiago Eximeno)
¡Qué feliz vemos a Dulce cuando entra en el mar!
Sonríe desde que la bajamos de su silla de ruedas y no deja de hacerlo mientas la llevamos en brazos por la arena. Después, cuando sus piernas, finas como palillos, entran en contacto con el agua salada, grita de emoción.
¡Qué alegría verla nadar!
Se sumerge bajo el agua y aparece de nuevo entre risas y espuma. Y salta y se hunde y vuelve a saltar, y después nos saluda con un movimiento de su cola.
Pero termina la tarde y debemos volver a casa, así que mamá nos ayuda con la red y la atrapamos y la arrastramos por la arena, de vuelta a su silla de ruedas. Dulce llora y grita y nos amenaza, y creo que si pudiera nos daría patadas con sus pequeñas piernas, pero mamá la abraza y la consuela y le susurra cosas bonitas.
Yo siempre digo que eso sí es amor de madre.
Me gusta, Santiago, que es lo lógico cuando leo algo tuyo. Solo le veo, creo, un gazapo en «vuelve a salta» ¿no sería «vuelve a saltar»?
En definitiva, relatazo.
Buen relato de duras realidades arrulladas por el amor de la madre.
Suerte de verán.