92. LAS BATALLAS DEL ABUELO
A Nicolás hay días que sus muertos le pesan tanto que no le dejan caminar. Son días oscuros, con el barro del pasado cubriéndole las botas, salpicándole los pantalones, llenándole la cara y la mirada de fango y miedo. Y tiene que elegir entre avanzar o dejarse caer bajo su peso, vencido por los vencidos. Sus muertos siguen igual de callados, lívidas las bocas, agarrotados los miembros, el espanto y la sorpresa tatuados en el semblante. Es en días así cuando más pesan, en los días de lluvia, aunque con el asfalto ya no se forma el barrizal marrón y pegajoso, son acero sobre su alma y le gustaría ser uno de ellos para no tener que mentir a sus nietos cuando le pregunten qué le pasa, que por qué no quiere jugar a las batallas.
Esta historia tan bien contada me recuerda un poco «Las guerras de nuestros antepasados», de Delibes. Tu personaje acumula demasiadas muertes sobre su conciencia. Al contrario que sus víctimas, a las que aniquiló sin miramientos en el campo de batalla, en cumplimiento de su deber y por pura supervivencia, el destino ha querido que siga viviendo, pero nada justifica las atrocidades, no hay ideología o creencia que disculpe que una persona quite la vida a otras, la losa que hay que cargar no puede obviarse, llevar una vida normal es imposible, de ahí que este anciano no quiera nunca hablar de ello, emular ante sus nietos, aunque sea mediante un juego inocente, esas acciones suyas que se le quedaron grabadas a fuego, por las que vive una existencia que es una condena.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Muchas gracias, Ángel, qué sería de este blog sin tus comentarios…
Un abrazo.
Cuando la conciencia pesa, es una losa. Muy bueno.
Ay, Yolanda, qué buen retrato psicológico y qué buen resumen de toda una vida. Ese pasado que pesa como el barro es una gran imagen, sólida y potente. Un abrazo. Nos vemos.
Ayyy, Yolanda, ¡Pero qué bien escribes! Maravilloso de principio a fin. Tan sutil… diciendo todo sin decir nada. Bueno, diciendo poquito, dejando caer por ese camino embarrado migajitas de dolor, de rabia, de injusticia… migajitas que van cayendo a las cunetas.
Espero que todo te vaya muy bien y te deseo toda la suerte para este relato sublime.
Besos!!
Muchas gracias a todos!
Salva, has sido especialmente generoso con tu comentario, gracias.