98. EL ÁRBOL, de Faisanes
El hombre esperó a que la luna de Enero estuviera llena. Dejó su cama y se abrigó bien, saliendo del albergue rural en donde llevaba dos días preparándose. Ya tenía elegida la encina y fue hacia ella. Primero la abrazó, apretando su rostro contra la fría corteza; luego de alcanzada lo que él entendió como armonía mental, se volvió y mirando hacia la luz lunar, bien abiertos los ojos, se agarró al chaparro ajustando espalda y piernas a su superficie… La luna brillaba, él se hermanaba con la tierra y la noche, hasta que logró la paz, quieto, hermanado con el todo.
Buscándole, sólo encontraron sus zapatos y ropa, además de algunas coronas de cromo-cobalto y cerámica, más restos de amalgama de plata… A los pies de un árbol.