98. LEICA BLUES
En el Lower East Side hoy el viento muerde como pirañas de acero rápido. Yo, con la correa de la Leica por única bufanda, sigo pateando el barrio en busca de lo que mi director llama una buena foto: la basura morbosa que nutre nuestro periodicucho. Pero sólo he conseguido un par de mendigos mugrientos y un borracho vomitando en la esquina de Norfolk. Nada nuevo en esta ciudad, donde sueños y preservativos rotos fluyen juntos por las alcantarillas.
Con las manos heladas entro al bar de Joe. Está atestado, como siempre: secretarias pizpiretas, mujeres maduras que perdieron a la vez el amor por sus maridos y la receta de la tarta de arándanos, oficinistas de traje gris y vida a juego. Desde mi mesa hago una foto a la barra, por entretenerme mientras espero la comida. Justo cuando disparo, el flash atrae la mirada de un hombre. Lleva una americana raída, un sombrero deformado por la humedad y el fracaso pintado en el rostro. Un pobre payaso más, pienso mientras ataco el estofado humeante.
Sin mucha convicción, me digo que quizá haya suerte cuando revele las fotos. A veces, casi por casualidad, captan la verdadera esencia de algún fulano.
Casi siempre las cosas está ahí, a nuestro alrededor. La suerte, la insistencia, la intuición… puede que nos ayuden a encontrarlas. Interesante punto de vista el de tu relato, Ana. Suerte y saludos.
Me apetecía intentar el relato desde el punto de vista de un observador externo, y me pareció que para eso nadie mejor que el/un fotógrafo. Muchas gracias por pasarte y comentar, Jesús.
Este relato me parece una lección magistral de expresiones atinadas, sutiles, esmeradas…
Si han salido esmeradas será porque la musa se apiadó de las prisas con que lo escribí, porque se acababa el plazo. Muchas gracias por pasarte y por ese comentario superlativo, Edita. Besos.
Qué imaginación, que historias te inventas, qué imágenes y expresiones… flipo. Ah, y qué bonito ese guiño al jefe…
Un placer leerte y aprender siempre de ti, mi Anita.
¡Un beso!
Tú siempre me lees y me ves con buenos ojos, Rosy.
He tardado en darme cuenta de a qué te referías con lo del guiño al jefe. La verdad es que puse tarta de arándanos porque me sonaba muy a peli americana de los cincuenta.
Un montón de besos y muchas gracias.
Muy buen relato Ana. Me ha gustado por las descripciones hasta llegar a ese final inesperado. Suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias por pasarte y me alegra que te haya gustado. La foto tiene tantos detalles que se prestaba a descripciones. Besos, Nani.
Grande Ana. Por cómo lo has escrito y por que has hecho que sepamos que habrá algo más tras el revelado. (Pienso sin embargo en el comentario del chat: no es lo mismo leerlo sin la foto; y eso me hace pensar en lo bonito que me resulta que la foto esté presente)
No soy buena fotógrafa, pero aún así a veces las fotos te sorprenden con algún detalle del que no eras muy consciente cuando disparaste. Supongo que será porque la vida es así de sorprendente y una foto es un trocito de vida congelado. No sé a qué te refieres con lo del chat, pero el relato cambia leyéndolo con o sin foto. Muchas gracias por pasarte y tu comentario, Íñigo.
Un relato que sabe captar la esencia de la buena escritura.
Un saludo.
Siempre se aspira a eso, que luego lo logremos o no ya es otra historia. Si en este caso te parece conseguido, me alegra muchísimo. Besos y muchas gracias, Sara.
Igual quiere captar lo que nadie quiere, gran relato.
Mucha suerte, un beso.
Lo que nadie quiere ver suele ser lo más necesitado de sacar a la luz. Muchas gracias, Yoya, besos.
Ojalá supiéramos porqué fotografiamos lo que fotografiamos o porqué escribimos lo que escribimos… y no otras cosas. Pero eso sería pretender desentrañar el alma de un artista…
Hermoso (en su tristeza) relato donde las oscuridades casi no dejan espacio a las luces.
Suerte!
Supongo que cada cual se centra en lo que más le llama la atención, y algo habrá por esas cabecitas para motivar una elección y no otra. A veces es evidente por qué, otras muchas no. Muchas gracias por tu comentario y tus buenos deseos. Besos, Salvador.
Pues me da esa canción triste del Lower East Side va a acabar en un librito.
Sin ver la foto te lo imaginas a la perfección.
Enhorabuena.
Suerte ☼
De momento ha acabado aquí, que es muy buen sitio ? Muchas gracias por pasarte y por tus buenos deseos, Esperanza. Un besote.
Magnifico. No puedo añadir más. Cuando lees algo así, de inmediato sabes que estás ante un relato bueno, muy bueno. Un abrazo.
Y cuando recibo un comentario así sé que me leéis con buenos ojos, muy buenos. Muchas gracias, María José, un abrazo.
Ana, buena historia y bien escrita. Suerte y saludos
Creo que esta foto llevaba muchas buenas historias escondidas. Muchas gracias por tu comentario, Calamanda, besos.
Me encanta Ana, que buena y real descripción del ambiente.
Cálido abrazo.
Esa cafetería tiene un ambiente muy expresivo, no sé dónde se hizo la foto, a mí me llevó desde el principio a Manhattan años 40 o 50. Muchas gracias por comentar, María, besos.
Las imágenes captan un instante; cuando son inesperadas y están bien hechas, también el reflejo de un alma. Un buen retratista sabe captar la psicología de sus modelos, la verdadera, sin disfraces. Tras un hombre gris, como cualquier otro, puede haber un verdadero payaso en el peor sentido del término.
Un relato para deleitarse en los detalles, con un final que rompe la aparente vulgaridad cotidiana de un entorno con un toque mágico e inesperado.
Un abrazo Ana. Suerte
Siempre un placer leerte, ya sean tus micros o estos pequeños análisis de los textos. Muchas gracias por compartir tus palabras, siempre atinadas y reflexivas. Un abrazo grande, Ángel.
El blues de esa cámara nos ha llevado a un ambiente, a un lugar, en el que las letras retratan tan bien lo que se ve por el objetivo que, como ya te han dicho, no hace falta ni foto. Cualquier payaso, cualquier oficinista, cualquier mendigo, cualquiera de nosotros al leerte se ve salpicado por el flash de tu escritura.
Aplaudirte es poco, Ana. No te deseo suerte porque tienes buen hacer, que es mejor.
Otro ratito de maravillosa lectura que te debo, y ya son muchos. Gracias por regalarnos tus relatos y tu compañía por esta casa. Un placer siempre encontrarte por aqui, Ana. Besos y suerte.