80. Tía Apolonia
Tía Apolonia vivía con su madre, hermana de mi abuela, en una casa grande, de techos altos, artesonados y crujientes. Solíamos visitarlas una vez al mes. Nos recibía una criada de edad indefinida. Tía Apolonia, sentada en un silloncito de respaldo recto, me recordaba a un águila encaramada en su nido, hermética y observadora. A su lado, tía Herminia, enfundada en un traje negro, rancia, recogida sobre sí misma. Su rostro era como el reflejo de esas tierras reconcomidas por el sol y el viento del que sobresalían dos puntos oscuros, dos alfileres negros que se clavaban en tu cara. Me daban un par de besos resecos y ásperos. Yo me refugiaba en las faldas de mi madre hasta que nos marchábamos. En una mesita, junto a la tía Herminia, había dos fotos: La del difunto tío Apolonio y la del difunto tío Antonio. Sobre un aparador, junto al servicio del té, otras dos fotos: la del difunto tío Ramón y el difunto tío Martín. No me hizo falta preguntarle a mi madre por qué mi padre nunca quiso acompañarnos.
Hola, Elena. Me encantaron Apolonia y Herminia, estas dos tías herméticas y resecas, de piel reconcomida por el sol de los años. Tiene mucha visualidad el texto; las tías y su entorno pueden imaginarse al detalle sin esfuerzo alguno (entre nos, yo hubiera hecho lo mismo que el papá de la narradora ;)…)
Solo me resta felicitarte y decirte que disfruté mucho la lectura (se me hace que este micro bien podría ser el comienzo de un cuento más largo y hasta de una novela :))
Cariños,
Mariángeles
Muchas gracias Mariángeles. Hace tiempo que no participo en el concurso. Bastantes meses. Te agradezco tus palabras y la idea de que este comienzo puede resultar un cuento más largo.
Unos cuantos abrazos
Elena
Lagarto, lagarto. Si yo fuera el papá tampoco iría.
Me gusta tu apuesta tiene su fondo de inquietud y su chispa de humor.
Saludos
Gracias Virtudes, hacía tiempo que no participaba en el concurso. Espero que la inquietud y el humor le guste al jurado.
Saludos
Elena, qué bien has descrito el ambiente, el recelo del niño y el del padre a la casa. Suerte y saludos
Gracias Calamanca, el ambiente me ha recordado al de la salita de unas tías que tenía, aunque no eran como estas, claro.
Saludos
Juegas con el humor (negro) con unas descripciones fantásticas. Creo que has buscado inquietar, y desde luego lo has logrado. Mucha suerte 🙂
El humor negro me gusta, Juan Antonio. Si he logrado inquietar ya he conseguido uno de mis propósitos
Gracias
Elena, original y divertido. Una isla de viudas, ¡cómo para hacer méritos!, jajaja. Abrazos y suerte.
Gracias Salvador. Mejor no hacer méritos con ellas,
Espero que haya suerte, aunque siempre es complicado
Y la pequeña, como su padre, tampoco queería estar allí. Es lógico.
Hay islas de mujeres que dan mucho miedo, como algunas islas de hombres, la verdad.
Dibujas muy bien esa opresión y aire rancio que aún se encierra en determinadas casas y en algunas vidas.
Muchas gracias Luisa. Buscaba reflejar el ambiente. Veremos qué da de sí el relato
Un abrazo
Elena, te has marcado un microrrelato con el sello de calidad «Elena Casero». Bien podían ser estas tías personajes de Tango sin memoria, que no desentonarían.
El final es redondo y te extrae una sonrisa de humor negro. Lo dicho, muy Elena Casero.
¡Buen trabajo!
¡Suerte con el concurso!
Bessets.
Gracias Nicolás, parece que voy teniendo seña de identidad. Personajes que me recuerdan mi propia infancia, aunque no tanto.
Besets. y gracias
Muchas gracias Juan. Me alegran tus palabras y haberte llevado a tu propia infancia.
Veremos si hay suerte