120. Amnesia (Juanjo Montoliu)
El náufrago apenas recuerda nada. Lo encontramos en una balsa a la deriva, en un mar en calma, con agua y suficientes viandas para aguantar un mes en alta mar. Iba bien vestido, completamente rasurado, con las uñas limpias y el cabello cortado al cepillo. Durante el interrogatorio, su rostro parecía sincero. Hablaba de un naufragio, de olas altas como castillos, de marineros que tapaban sus oídos ante cantos de sirena. Eso, y poco más. Permaneció serio todo el tiempo, hasta que entró María. Entonces, dibujó una amplia sonrisa y dejó los ojos perdidos en algún lugar al otro lado del espejo. Yo diría que, en ese momento, era feliz.
Suerte Juanjo con este relato que nos trae l imagen de un Ulises contemporáneo limpio de heridas yq se rebaja al ver a maria una nueva a su ojos suerte
Gracias, Manuel.
De esos relatos que son como las esencias… botes pequeños que se abren y golpean tus sentidos. Con que aparente sencillez has construido una gran historia. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias, Juan Antonio.
JUANJO, tu cuento daría pie para una pelicula; surgen unos porqués tras otros, esperando respuesta. Original enfoque tratado con sencillez. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Las respuestas las dais vosotros. Saludos.
Qué lindo. Lindo! Me quedo con la sonrisa de tu naufrago.Gracias!
La sonrisa te la puedes quedar, seguro, María. Muchas gracias.
Me gustan los relatos que nos presentan una imagen nueva de lo que es el imaginario tradicional. En este caso, aparece el náufrago, pintado con caracteres contrarios a la tradición.
Así es. Un náufrago feliz porque ha sido bien tratado en la Isla. Gracias por tu comentario.
En el año 2005, en la isla Sheppey, un hombre que no recordaba nada y que tenia las ropas mojadas apareció deambulando por la playa. Le llamaron Piano Man,porque tocaba el piano maravillosamente.
El naufrago del relato me lo ha traído a la mente.
Saludos.
Ya no me acordaba de esta anécdota, Virtudes. Es cierto. Pero no recuerdo al final en qué quedó aquello.
Saludos.