125. LA ISLA DE LAS COSTURERAS (Juana María Igarreta)
Al atardecer, la silueta de la gran ciudad emerge cegadora y titilante recortada en el horizonte. Edificios de diseño vanguardista, coronados de enormes y dinámicos letreros luminosos, anuncian importantes firmas comerciales, paradigmas de la modernidad y del progreso.
Al atardecer, en los extrarradios de la gran ciudad, la puerta trasera de un falso almacén, tapadera de un taller de confección ilegal, va escupiendo un largo reguero humano. Son mujeres inmigrantes que durante interminables jornadas de trabajo, y bajo la mirada vigilante e inclemente de un capataz, galopan sobre sus máquinas cosedoras a un ritmo trepidante. Mujeres hacinadas en un sórdido sótano herméticamente cerrado. Aisladas no solo de la luz del día, aisladas del más mínimo rayo de esperanza.
Esta madrugada han llegado al taller dos nuevas mujeres. Mientras en la oficina, en un acto premeditado, la sensual Lucía se contonea ante los ojos lascivos del capataz, Isabel, en el taller, observa y toma nota de las ínfimas condiciones laborales a las que están sometidas esas mujeres. Quiere contar al mundo que tras el refulgente éxito comercial de algunas grandes firmas se esconde un sombrío mar de injusticia, en cuyas aguas se ahogan los derechos y la dignidad de las personas.
Esta sí que es una isla de mujeres original, que a nadie se le había ocurrido plantear este mes. Un tema de actualidad impecablemente narrado, con un final de denuncia y un intento de poner las cosas en su sitio que es todo un broche.
Dirás que siempre te digo lo mismo, pero es que nunca fallas: Buen relato, Juana María.
Suerte y un abrazo.
Bueno, islas o personas aisladas las hay de muchas maneras. Como cada vez se oye más el tema de los talleres ilegales, se me ocurrió llamar un poco la atención en este sentido. Como siempre, Ángel, gracias por tus generosas palabras. Suerte para ti y otro abrazo.
Interesante Juaa y más duro viendo que ahora son nacionales y no solo de otros países. Duro muy duro pero documental de una realidad.
Abrazos
Sí, la verdad es que vamos para atrás como el cangrejo. Como decía mi padre «qué nos tocará ver todavía». Gracias, Manuel, con otro abrazo.
Esos destinos terribles deben ser denunciados una y otra vez, Juana, y mejor si son desenmascarados, como en tu realto. Está bien lograda esa contraposición que haces entre la ciudad moderna, vanguardista, con sus luces y neones, y el extrarradio, el almacén y su sórdido donde se hacinan las que no «debemos» ver.
Suerte y saludos.
Es un tema polémico. Hay quien piensa que mejor trabajar así, que no trabajar. Por esa regla de tres, acabaremos justificando lo injustificable. Una pena. Gracias, Rafa, por tu comentario. Suerte para ti y saludos.
¡Que no se corte! ¡Que lo cuente!.
Relato realista, expones con maestría lo que nadie quiere ver, el modelo de crecimiento y de enriquecimiento. De otros, claro.
Suerte Juana. Besos.
Sí, pienso que todos estamos permitiendo de alguna manera este enriquecimiento injusto. Ya que la procedencia de las prendas que llevamos muchas veces es de este tipo de trabajos… Gracias, Rafa. Suerte y besos para ti.
Bravo, bravo, bravo. Hay que escribir sin parar sobre la realidad que la casta quiere esconder y, si encima se cuenta con tu maestría, ya es para ponerse de pie, como estoy yo ahora, y aplaudir. Señores del jurado, ¡relato ganador!
Un beso, Juana.
Bueno, bueno, Patricia. Si tú te has puesto de pie, yo casí me caigo para atrás leyendo tu comentario archigeneroso. Agradezco muchísimo tus palabras entusiastas, pero ya sabes que el listón está altísimo… Otro beso para ti.
Muy bien, Juana. Relato denuncia de una realidad transparente. Se sabe y se permite. Lo cuentas, quizás, con demasiado detalle, prueba a las insinuaciones, no sé. Lo que más me gusta es el título, me lleva a las modistillas de los años grises que están pasando a negros.
Javier, te doy la razón en que cuento demasiado. Sé que lo fetén es dar a entender algo mediante la insinuación, sobre todo en el microrrelato. Pero está claro que a mi me cuesta. Espero con el tiempo, ir aprendiendo. Mil gracias por tus palabras y sabios consejos. Un saludo afectuoso.
Bonito Juana. Aunque más que una isla, lo de estas mujeres es una cueva, porque no tienen ni el cielo encima. Tan real el contraste entre el progreso y lo que lleva debajo, o no tan debajo porque casi todos sabemos ya.
¿Suerte!
reyes
Sí, por desgracia, creo que cerca de nuestras casas todos tenemos ya algo parecido. Muchísimas gracias, Reyes, por detenerte en mi micro y comentar. Un cordial saludo
Juana Mª, no estan encarceladas, nos lo dices claramente, es un trabajo; y como el de tantos, se ha convertido en explotación. Suerte y saludos
Bueno, igual no están literalmente encarceladas, pero están sometidas a unas condiciones de esclavas. A veces la vida no te da la opción de elegir y acabas, por pura necesidad, haciéndote como el burro a los palos. Gracias, Calamanda, por leer y comentar. Suerte también para ti con tu erótico micro, del que acabo de llegar. Saludos
Juana María, precioso relato de denuncia, y un homenaje a esas personas que arriesgan su integridad para que la verdad salga a la luz. Muy bueno. Abrazos y suerte.
Son muchas las personas valientes que se implican para luchar contra lo injusto, pero somos muchas más las que hacemos la vista gorda ante lo que sucede. Gracias por tus palabras, Salvador. Suerte y abrazos también para ti.
Hola, Ana. Leyendo un artículo sobre este tipo de talleres en la ciudad de Buenos Aires (aunque ahora no hay que irse tan lejos) me apeteció sacar este tema. Gracias por tu generosa valoración del micro y me alegro de que te haya gustado. Suerte para ti y otro beso.
Nos cuentas una historia que acompaña una denuncia por desgracia demasiado cercana. Lamentablemente muchas veces contribuimos sin darnos cuenta cuando compramos. Te ha quedado redondo redondo. Mucha suerte 🙂
Cierto. Ya, compres donde compres, el origen de la prenda es muchas veces de países subdesarrollados, en los que trabajan en condiciones indignas. Gracias, Juan Antonio, por leerme y comentar. Suerte también para ti.
Realmente una isla de infierno, JUANA. Estoy segura de que a ninguna mujer le gustaría siquiera pisarla. No obstante el asfixiante y negrísimo panorama, también nos das una luz de esperanza en la forma de dos valientes mujeres que se internan allí no solo para observar sino principalmente para liberar a las pobres inmigrantes ilegales de esa tremenda explotación (me imagino que serán periodistas o policías encubiertas, pero costureras decididamente no).
Me gustó muchísimo tu cuento. No sólo por cómo está narrado sino por el tratamiento que le diste al tema. Esa metáfora de las mujeres galopando en sus máquinas de coser a un ritmo trepidante es sencillamente maravillosa. Te felicito.
Cariños,
Mariángeles
Efectivamente, como ya he comentado por ahí arriba, un artículo sobre talleres ilegales me inspiró el relato. En aquella ocasión un periodista se hacía pasar por un trabajador inmigrante para denunciar el tema. Muchísimas gracias por tu extenso y entusiasta comentario, Mariángeles. Un abrazo
Cuan necesario es que escribamos sobre temas como estos.
Magnífico micro denuncia que no puede dejar indiferente a nadie.
Felicidades.
Sí, es verdad. Por lo menos hablando las cosas, no caen en el olvido. Aunque es tan sencillo hablar de injusticia cómodamente desde nuestras casas…
Mil gracias, Rosy, por tus amables palabras y felicitación. Saludos
Lúcida y certera mirada a una realidad que no por conocida es menos grave. Haces una buena crítica pero sin ser planfetaria. Muestras una vez más que no solamente escribes bien, sino que dominas perfectamente el vocabulario, el ritmo y el fondo, además de la forma. Un placer leerte y conocerte algo mejor virtualmente. Un abrazo y mucha suerte.
panfletaria , lo de planfetaria es de juzgado 🙂
Hola, Antonia, me has dejado sin palabras con tu comentario tan halagador lleno de tan buenas valoraciones.(Me conformo con que sea menos de lo que dices). Viniendo de alguien que domina muy bien esto de escribir, es para mí todo un lujo. El placer también es el mío al leerte. Otro abrazo y asimismo te deseo mucha suerte.
Feliz día de tu santo, compi. Un abrazo.